Y no sos vos.
Y no te imaginas lo que duele.
Me duele ser feliz.
Me duele aceptar que me enamoré. Que me enamoré de alguien que no sos vos.
Que me encantan sus abrazos, y que me río a carcajadas. Que soy feliz la puta madre, soy feliz al lado suyo. Y me duele. Me da culpa. Me da ganas de tirar todo al carajo porque no dejo de sentir que te estoy fallando. Que me convertí en todo eso que prometí nunca iba a ser.
No puedo dejar de sentir que te abandoné. Que te estoy dejando solo. Yo, la que te prometió nunca dejarte solo. Ni a sol ni a sombra.
Pero te amo, de eso estoy segura. Sos de esos amores que nunca mueren, que siempre quedan vivos en algún lugar. Porque nos unen muchas cosas. Porque podríamos haber sido cualquier pareja de adolescentes pero resulta que la vida se cruzó en el medio, y nos convirtió en mucho más que eso. Nos une el dolor, ese que vivimos y sufrimos juntos. Vi lo peor de vos, y me ayudaste a ver lo peor de mí. Y por más de que odie tus manías, y no soportes mis caprichos siempre vamos a ser un buen equipo. Si se trata de pelearla a morir, somos invencibles. Codo a codo. Uno por uno. Te sostengo, me enderezas. Puede que nos cueste un poco convivir, pero si llegué a entenderte solo con una mirada tan mal no nos iba.
Me duele lo que te pasó. Me duele no habérmela bancado. Perdón, sé que te hubiera gustado seguir intentándolo juntos. Y la realidad es que en este tiempo lejos entendí que capaz así tenían que ser las cosas. Que hicimos hasta donde pudimos. (Hice hasta donde pude).
Siempre vas a ser mi favorito. Lograbas ponerme los pelos de punta, pero también eras lo único que me calmaba cuando el mundo entero ardía en llamas.
Fuiste mi fuerza y fui la tuya. Y siempre se trató de lucharla. Por eso me duele tanto todo. El cuerpo pasa factura cuando cargas con tanto peso. Sólo quería alivianarte el paso. Quería cargar con todo para que sólo tuvieras que preocuparte en recuperarte. Y fallé.
Me duele ser feliz lejos tuyo porque aquel día en esa terapia intensiva te prometí que ibas a volver a ser feliz. No me importaba que recuperaras el habla, o que pudieras caminar, o cualquier cosa. O sí, si me importaba pero me parecía mucho más importante que fueras feliz. Que volvieras a sonreír. Y cuando las lagrimas se me empezaron a caer, me apretaste la mano y sonreíste.
Sos la persona que más amé en el mundo. Y cuando el dolor por fin desaparezca espero poder verte a los ojos otra vez y no sentirme tan desecha. Espero cruzarte un día por casualidad y que me cuentes que tu vida es hermosa, y está llena de cosas buenas.
Espero que hagas uso de esa valentía que tanto admiré siempre de vos, y te comas el mundo.
Sólo espero que seas feliz a pesar del dolor que nos tocó, porque es lo que yo intento todos los días.
Soy una mujer en el mundo que hizo todo lo que pudo.
No te olvides ni un segundo que eres lo que más eh querido.
En la vida lo que más eh querido.
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