Tomar una cerveza (o dos). Reír a carcajadas. Caminar por ahí a las tres de la tarde o a las tres de la mañana. Mirar una película, o no mirarla y comernos a besos. Abrazarnos en la calle, la vereda, la cama. A la luz del sol o en la oscuridad.
Cenar en un restauran, en un barcito mas o menos o comer arroz en el medio del campo. Vernos días completos o 10 minutos. Charlar de cosas insignificantes, o colgarnos en flashes filosóficos interminables. Discutir por estupideces, por cosas sin sentido, por ver quien tiene razón. Y reirnos de los resultados.
Coger hasta hartarnos. A la mañana, a la tarde, a la noche. En cama, el baño, el piso. Dormir muy apretados, muy abrazados, o muy lejos por el calor. De buen o mal humor, cuando no quiero que nadie me hable, cuando me queres matar por mis malas contestaciones.
Para una guerra de cosquillas o un abrazo que seque lagrimas. Para todo.
Giro la cabeza y te veo sentado al lado mio en el kiosco. Venís a el que seguro es el lugar más caluroso y aburrido de la ciudad. Y venis igual. Mis horas de trabajo de repente se vuelven más livianas, más rápidas, más llevaderas. Giro a mirarte y agradezco al cielo en mis adentros. Agradezco haberte encontrado, y que me encontraras. Lo agradezco a cada rato. Todos los días. Cada vez que te veo sonreír. Cada vez que caigo en la cuenta de que te tengo para todo. Y que me tenes de igual manera.
No importa si es para reírnos o llorar. Si es para charlar horas o solo quedarnos en silencio.
Quiero compartirlo todo. Incluirte en cada plan, en cada momento, en cada cosa de mi vida. Quiero que seas parte de todo mi mundo.
Sentir que no necesito más. Sentir que es para siempre aunque pueda fallar. Sentir que cuento con vos para todo, sea bueno o malo, es lo mejor que puedo llegar a sentir.
lunes, 19 de febrero de 2018
calambres en el alma
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