Me gusta molestarte.
Te molesto diciendo que sos demasiado cursi y disfruto de ver cómo te indignas. Me decis que soy mala. Soreta, fría, témpano de hielo.
Me río a carcajadas haciendo chistes de que no vamos a durar mucho. Que no me duran las relaciones. Que en un rato me aburro.
Me divierte la cara que pones cuando te digo denso, pesado, intenso. Cuando me abrazas fuerte y te digo "salí que hace calor".
Es muy divertido cuando me amenazas diciendo que no me vas a decir más cosas lindas y al rato me bañas en dulce de leche empalagoso otra vez.
Es divertido porque sos mi opuesto totalmente y resulta que más que un corazón helado tengo uno que lo razona todo y para decir cosas lindas necesita lápiz y papel. O una compu y un blog.
Adoro escribir. Y adoro escribir(te). Me gusta poner los sentimientos en palabras porque me ayuda a entenderlos. Y sí, ya se que no hay que entender sino que sentir, pero no se puede ir contra uno mismo, no?
Amo tu cursilería. Que me empalagues y dejes sin oxígeno en un abrazo (aunque nos quedemos pegados por el calor). Amo que me digas cosas lindas, y te amo a vos. Pero si no es a través de palabras todas juntas en una carta no me sale demostrarlo.
Lo bueno es que tenes muchos puntos a favor. Porque resulta que cuando me río mucho con alguien no quiero irme de al lado suyo nunca.
Me divierto molestandote porque responder a tu cursileria con algo tierno me pone un poco incómoda, en terreno no explorado donde no sé como actuar ni que decir. Prefiero reír. Eso siempre se me dio fácil. Molestarte y reirme, cortar con la dulzura para guardarmela adentro junto con todas las otras cosas lindas que siempre me decis y que tan bien me hacen.
No dejes nunca de decirme cosas lindas. Yo te prometo que nunca voy a dejar de molestarte. (Porque resulta que molestar es mi forma de reir. Y para mi la risa es lo más parecido al amor que existe.)
Te molesto diciendo que sos demasiado cursi y disfruto de ver cómo te indignas. Me decis que soy mala. Soreta, fría, témpano de hielo.
Me río a carcajadas haciendo chistes de que no vamos a durar mucho. Que no me duran las relaciones. Que en un rato me aburro.
Me divierte la cara que pones cuando te digo denso, pesado, intenso. Cuando me abrazas fuerte y te digo "salí que hace calor".
Es muy divertido cuando me amenazas diciendo que no me vas a decir más cosas lindas y al rato me bañas en dulce de leche empalagoso otra vez.
Es divertido porque sos mi opuesto totalmente y resulta que más que un corazón helado tengo uno que lo razona todo y para decir cosas lindas necesita lápiz y papel. O una compu y un blog.
Adoro escribir. Y adoro escribir(te). Me gusta poner los sentimientos en palabras porque me ayuda a entenderlos. Y sí, ya se que no hay que entender sino que sentir, pero no se puede ir contra uno mismo, no?
Amo tu cursilería. Que me empalagues y dejes sin oxígeno en un abrazo (aunque nos quedemos pegados por el calor). Amo que me digas cosas lindas, y te amo a vos. Pero si no es a través de palabras todas juntas en una carta no me sale demostrarlo.
Lo bueno es que tenes muchos puntos a favor. Porque resulta que cuando me río mucho con alguien no quiero irme de al lado suyo nunca.
Me divierto molestandote porque responder a tu cursileria con algo tierno me pone un poco incómoda, en terreno no explorado donde no sé como actuar ni que decir. Prefiero reír. Eso siempre se me dio fácil. Molestarte y reirme, cortar con la dulzura para guardarmela adentro junto con todas las otras cosas lindas que siempre me decis y que tan bien me hacen.
No dejes nunca de decirme cosas lindas. Yo te prometo que nunca voy a dejar de molestarte. (Porque resulta que molestar es mi forma de reir. Y para mi la risa es lo más parecido al amor que existe.)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario