sábado, 28 de diciembre de 2019

2030: otra década.

  Hace un par de años imaginarnos separados hubiera sido impensado para cualquiera, pero más para mí que la mayoría de las veces respiraba sólo si vos estabas conmigo. Viéndolo desde este futuro improbable quizá fue la mejor decisión tomada. O quizás no, podríamos haberlo intentado un poco más... Quizá así nos hubiéramos lastimado lo suficiente para no extrañarte tanto como lo hago. Sos una estaca clavada en el pecho. Duele sacarla de donde está incrustada, duele vivir con ella a cuestas. Todo duele. Al principio fue tan aterrador y confuso. Miedo, muchísimo miedo. Al futuro, a las posibilidades, a la idea de que nunca ibas a regresar, a la idea de que efectivamente iba a tener que rehacer mi vida lejos tuyo. Y justo esa fue la clave: irme muy lejos. No podía seguir viviendo en la misma ciudad en la que nos habíamos enamorado y hecho una vida juntos. Cada lugar, cada paisaje, cada sensación fueron arruinadas para siempre. Cada recuerdo lleno de color y alegría se tiño de gris tristeza cuando te fuiste. Era incapaz de recordarte sin llorar, sin querer arrancarme la memoria y hundirme en el peor de los olvidos. Ni hablar de dormir. Me tomó meses acostumbrarme a la soledad de mi cama, al espacio vacío que antes ocupabas, a despertarme de una pesadilla y que no estés ahí para abrazarme y decirme que me cuidabas. Tuve que aprender a cuidarme sola. Yo ya sabía de antes pero cuando vos llegaste y empezaste a hacerlo por mí con tanto amor y dedicación me olvidé, me olvidé como era tener que luchar lo que me toque sola. Sola. Que palabra que siempre adoré y ahora no puedo tolerar. O bueno, quizá ahora ya sí pero me costó muchísimos años acostumbrarme. La soledad para mí era preciada hasta que llegaste vos y me enseñaste lo que era la compañía. Nunca había extrañado con tanta desesperación a alguien. Créeme, por poco casi enloquezco. Tuve que aprender otra vez lo que era hacer las cosas por mí misma, a que desechar fotos, cartas y regalos era el primer paso para dejarte ir, al menos de forma simbólica. Porque en realidad no quería, yo nunca quise dejarte ir, hubiera peleado por vos hasta quedarme sin alma. Pero también aprendí que no importa sólo lo que yo haría, aprendí a respetar tu decisión. Y en todos estos años nunca dejé de preguntarme en que hubiera pasado si nuestras elecciones hubieran sido otras. Nunca dejé de preguntarme que fue lo que hice mal. ¿Que hice mal? ¿Te presioné demasiado? ¿Exigí cosas que no dí? Quizá si no hubiera sido tan severa con tus errores...
  Haberte cruzado después de tantos años me llevó a pensar en que todo lo que creía superado en realidad nunca lo estuvo. ¿Se supera a un amor así o sólo se aprende a convivir con el dolor? Yo estoy cada día más convencida de la segunda, de que preferiría verte de lejos a no verte nunca más, a que quizá, tal vez, lo que nos faltó fue tiempo para crecer. Y cada día al despertarme pienso ¿hoy si? ¿ahora sí funcionaría lo nuestro? quizá el tiempo sana y es capaz de recuperar aquello que hace tanto creímos perdido.
  Te imagino casado y el pecho se me parte en dos. Te imagino con esa familia que siempre quisiste, y en la que no estoy, y me hundo una vez más en el dolor que sentí el día que nos dimos una pausa. Acordarme de tus besos, tus caricias, lo profundo de tu amor. Ese amor que no voy a poder volver a sentir por nadie más. Fuiste el gran compañero de mi vida. Mi vida integra la tenía al lado tuyo, cada segundo estaba planificado en mi cabeza, cada momento perfectamente feliz para compartir juntos. Y nunca pude acostumbrarme al hecho de que elegiste otro camino que no me incluye. Y aunque ya no estábamos bien, y todo parecía pesar tanto sobre nosotros, yo con gusto hubiera cargado en mis hombros con todo. Siempre fui así, me cuesta dejar de luchar. Aunque a lucha sea en vano me llena más que rendirme. Rendirse nunca fue una opción en mi vida. Fue cuestión de verte un segundo y darme cuenta que toda la vida que había construido con tanto esmero lejos tuyo no era más que frío y duro plástico, la máscara detrás de la que me escondo para no admitir que cuando te fuiste te llevaste con vos mi mejor sonrisa y mi mejor versión. Hoy soy una impostora con la misma cara y diferente corte de pelo. No logré construir ningún vínculo otra vez, no logré salir adelante, me estanqué para siempre en ese día, esa noche, ese momento en el que decidimos, decidiste, no me opuse y nos alejamos.
  No concibo una vida lejos tuyo, nunca lo hice. No me imagino en otro lugar que no sea el que está al lado tuyo. Me siento una intrusa en cada lugar al que voy, me siento vacía, sin vida, sin futuro esperanzador, me siento viviendo porque la respiración es automática y el mundo sigue girando.
  ¿Como puede ser? ¿Como podes después de tanto, ser feliz sin mí? ¿Que estas haciendo? ¿Que estoy haciendo yo con mi vida? ¿Y que estoy haciendo yo sin vos?
  Sin tí, sin mí. Porque parte de mí te la llevaste con vos a donde sea que vayas.
  Que hago yo cuando es domingo por la tarde y el campeón se hace cobarde y pregunta "¿donde estás?"
   Sólo quiero volver a verte. Volver a sentirme segura en tu abrazo, levantar la mirada y encontrarme con tus ojos brillantes por el sol del atardecer, sentir olor a campo, escuchar a los grillos cantar, sentir el calor del fuego y perderme para siempre en ese pasado que nunca seré capaz de recuperar.

lunes, 30 de septiembre de 2019

A Draco, como me gusta decirle, lo conocí en momento demasiado difícil de mi vida. Todo era bastante un bardo y en algún momento también llegué a pensar que sumarlo a él a mi quilombo general iba a hacer que todo fuera peor. Mucha gente me dijo cosas como "primero deberías acomodar tu vida, para no lastimarlo", y tenían razón, y yo misma creía lo mismo pero sin hacerme caso. Hoy viendo para atrás recuerdo que una sola persona me dijo "hacé lo que tengas ganas, si él te sigue no tenés que estar pensando en que lo vas a lastimar, porque es su decisión" y aunque suene egoísta fue acertado. Puse los papeles sobre la mesa, y dejé que él eligiera si quería compartir mi camino o irse para otro lado.
  Cada vez que veo a quien me dió ese consejo lo abrazo tan fuerte como puedo por dos razones: primero porque se convirtió en mi amigo y lo quiero muchísimo, y segundo porque gracias a lo que él me dijo hoy tengo al lado al mejor compañero que pudiera existir. Draco tuvo su oportunidad de elegir si quería seguirme y yo tuve la oportunidad de sentir que sumarlo no iba a empeorar las cosas, sino todo lo contrario. Hoy pienso en que hubiera pasado si me dejaba llevar por el quilombo y me alejaba y casi me dan ganas de llorar porque un poco logré salir de todo ese dolor gracias a que él estuvo ahí para mí siempre.
  Hoy juntos somos más de lo que yo nunca pude pedirle a la vida. Es mi gran compañero, compinche y sostén. Es con quien me quiero acostar a dormir, pero sobre todo lo que más me gusta ver al despertarme y creo que ahí radica todo. Poder acostarme tranquila sabiendo que cuando me despierte él sigue estando ahí para mí como siempre, que no estoy sola y que gracias a que lo tengo conmigo siento que puedo con todo. Porque sí, tal vez el estar mejor que aquella época sea mi mérito, pero la verdad es que solo me sentí con la capacidad para superarlo todo porque lo tenia al lado recordandome que yo era fuerte y que podía. Draco no resuelve las cosas por mí, pero sí se encarga de recordarme todos los días lo maravillosa que soy y lo increíblemente independiente y fuerte que puedo ser. Y capaz exagera, pero a mí me hace bien que lo diga. Porque quizá no soy como la imagen que él ve de mi, pero es justamente todo eso que él ve lo que pretendo ser día a día. Como la utopía que me mueve a ser mejor. Ser mejor persona para él, porque se lo merece. Y porque lo amo demasiado, y creo que el amor solo logra eso en las personas, que sean mejores en todo. Porque lo que se hace con amor siempre sale mejor.
  No sé bien quien maneja esto de las vidas, los amores y las victorias, pero realmente para mí es un regalo caído del cielo que me haya tocado un compañero como el que tengo.
 Dejarlo entrar nunca fue el problema, más bien fue lo que me llevó a la solución.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

 Permanezco dormida.
 A veces sueño lindo, a veces tengo pesadillas, pero mis ojos de igual manera en ambos momentos están cerrados.
Me dolería abrirlos.
Quizá por la luz es demasiado fuerte, y me daña.
Quizá porque temo quedar ciega.
A veces sueño lindo y a veces tengo pesadillas.
Me culpo a mi misma por tenerlas, ¿como puede mi cabeza crear semejantes espectáculos?
Es mi culpa.
Quizá si no fuera tan cautelosa y desconfiada, tal vez si dejara de pensar tanto en lo malo los sueños lindo estarían conmigo para siempre.
Si, es mi culpa.
Pero entre más lo creo, y más sueños lindos se aproximan, más miedo siento.
Y termina convirtiéndose en una realidad la idea de que los sueños lindos pueden ser también el espejo de una pesadilla.
Abrir los ojos me duele, y empiezo a pensar que tenerlos abiertos se asemeja a una cicatriz que duele y pica cuando está sanando.
Me duele abrirlos pero más me duele permanecer dormida y quieta sin ver más allá de mis párpados.
No quiero estar dormida entre algodones nunca más.
Quiero que la luz me invada y arriesgarme a quedar ciega.
Porque tal vez estando ciega sea capaz de ver más que estando dormida.

domingo, 28 de julio de 2019

Mis peores fantasmas


  Siempre me gustaron los mediocres. Siempre me gustaron y hasta llegué a enamorarme de algunos de ellos. Los presumidos, distantes, egocéntricos, estúpidos, ineptos y vacíos. Me gustaba que siempre me hacían reír y sentir importante. O eso creía porque al día de hoy si vuelvo a escuchar algunas de los chistes que “me hacían reír” seguro me indignaría. En su mayoría eran mala gente, puede que exista algún que otro espécimen que medianamente safe, pero la verdad es que lo dudo bastante. Todos en mayor o menor medida eran malos. Eran malos conmigo pero por sobre todo (y esta es la parte que más vergüenza me da admitir) eran muy malos con el resto de las personas. Tenían actitudes agresivas con personas que no los habían dañado en lo más mínimo. Y recuerdo como yo, en presencia de esos “chistes” agresivos, me quedaba callada con una sensación incómoda adentro. Me reía, no decía nada, y lo tomaba como algo inofensivo y divertido. Lo tomaba como un rasgo que me gustaba. La verdad es que con bastante más agua pasada por debajo del puente me doy cuenta que hoy en día no podría simplemente callar y reír como sumisa. Simplemente porque la incomodidad que sentía en aquel momento, y a la que no le prestaba atención, se trataba justamente del darme cuenta que eso no estaba bien. Pero quien estaba haciendo el chiste me gustaba, y no quería parecer una pesada, ni llevarle la contra. Ni tampoco quería que alguno de mis comentarios llevara la vista hacía mí, y los chistes comenzaran a hacerse sobre mi persona. Porque sí, a veces lo que decía que me gustaba, lo que “me hacía reir” eran chistes sobre mí que me dolían. Y que prefería tomar así, a chiste, para no tomar dimensión de lo mal que me hacían sentir. Sobre mi cuerpo, sobre mi pelo, sobre mi nariz, sobre lo que llevaba puesto o el lugar que estaba trabajando. Si, hasta me sentí humillada por trabajar en determinado lugar. La adolescencia es mucho más dura de lo que parece, y creo que no se le da la importancia y el cuidado necesario. Yo trabajaba en Mc Donald's y a uno de mis ex eso le parecía muy gracioso. Y yo sonreía con él y decía “cállate, tarado” para no largarme a llorar ni admitir que me estaba lastimando. Porque parte del orgullo que siempre llevé puesto tiene que ver con nunca demostrarme herida. 
   Yo acostumbraba salir con gente que no me quería y que no me cuidaba. Pero hasta creo que no es que me lo hacían a mí y con maldad, en realidad creo que ellos simplemente son así, desconsiderados por naturaleza y simplemente no se dan cuenta del daño que pueden llegar a causar. Otro de mis ¿exs? (no sé si puedo llamarlo así porque no fuimos novios a pesar de que tuvimos una relación por casi año y medio) pero era él el que hacía chistes sobre mi apariencia. Siempre tenía alguna crítica. El pelo, las cejas, la boca, la nariz, hasta la ropa. Siempre en tono de chiste y de risa. Me llamaba “fea”, “horrible”, “aborto de mono”, “mono subdesarrollado”. Y yo comencé a llamarlo de esas formas también, porque tomarlo a chiste y creer que esa era nuestra forma de entendernos y relacionarnos era más sencillo que decirle por favor no me digas así porque me lastima.
  Ser adolescente es difícil y a veces lastima. A veces nos sentimos intimidados por alguien hasta menor que nosotros. Nos sentimos sin defensas ni forma de contra atacar. Porque aunque quiera, solo sé hacer daño sin querer. Porque en mi casa mis papás me enseñaron a ser buena con todos sin importar y porque siempre fui media boluda para el rencor (me dura poco y es escaso).
  Yo salía con gente que me hizo creer que yo era el problema. Que me dejaban por estar “loca de celos” o “demasiado insegura” cuando durante mucho tiempo diciendo estar conmigo, estaban con muchas otras más. Y justo en esta parte no quiero que se malinterprete, yo sí era celosa y sí era insegura, y por mucho tiempo también creí que eso era mi culpa, que era yo la que había arruinado esas relaciones. Durante mucho tiempo me dije para mí  “capaz si no lo hubiera asfixiado tanto, si hubiera controlado mis celos...” pero después de mucho entendí que yo no era así de insegura antes de conocerlos, sino todo lo contrario. Caí en la cuenta de que todo había empezado con sus comentarios hirientes, con sus “chistes” comparándome con otras chicas, con sus mentiras y conmigo aguantando todo hasta explotar.
  Yo también debo haber tenido mis errores, estoy segura. Con 16, 17, 18 años es imposible no tenerlos. Yo nunca me había enamorado hasta los huesos y cuando se hace algo por primera vez, inevitablemente se falla. Pero mi error fundamental, y a esto va esta carta tan larga, fue creer que la falla era yo. Que yo era la que no servía, que sólo me enamoraba de chicos malos porque los chicos malos son divertidos y a mí me gustaba que me “hicieran reír”. ERROR. Si el chiste te cuesta parte de tu autoestima y dignidad, no es chiste: es maldad. No vale la pena callar lo que nos duele por el orgullo de no mostrarte herido, no vale la pena reír por compromiso para encajar, no vale la pena porque terminas creyendo que sos como ellos, un mediocre, cuando sos mucho más.
   Me costó años de sufrimiento, y solo acabé convirtiéndome en ellos. Me lastimaron tanto que empecé a tomar su postura y comportamiento. Me volví mentirosa y escurridiza, nunca nadie volvió a enamorarme porque ahora era yo la que se escapaba y escondía. Y terminé tan sumida en la nada que mucho tiempo después me di cuenta que estaba vacía. Y cuando quise retornar no encontré el camino de vuelta y todo se volvió peor que oscuro. Me sentí perdida en mi misma. Me sentí igual de mediocre y mala persona que ellos. Y me odié.
  Y me costó todavía muchos años más volver a mirarme con cariño. Me costó muchísimo volver a creer que valgo algo, y que merezco que me quieran. Porque bajo mi razonamiento y haciendo lo que ellos hacían, yo era mala y no merecía que alguien bueno me quiera. Sólo merecía personas malas, como yo.
  A esos lugares te lleva callarte las heridas. Te lleva a creer que no vales nada, que mereces sólo eso que ellos te hicieron creer que podes alcanzar. Y es mentira.

   Lo que más me gustó de Draco fue que nos riamos juntos a carcajadas de vídeos muy tontos de Internet como el del chabón cantando “tequila”. Reírme de chistes internos que tenemos entre los dos sobre alguna anécdota. Lo que más me gusta es reírme sin que nadie salga lastimado. Ni yo, ni él, ni un tercero, ni nadie, ni nada. Me gusta que no haga chistes sobre los temas que para mí son serios y me indignan. Me gusta que me pregunte todos los días como me fue en el trabajo sin hacer chistes sobre lo que hago o no hago. Me gusta que no le de vergüenza llevarme de la mano sino todo lo contrario. Me gusta que todos los días me diga que estoy linda, que me cuando se refiere a mí siempre lo haga con palabras dulces como “mi amor”. Que no se sume a criticarme cuando yo misma lo hago y digo cosas como que estoy más fea que nunca. Me gusta que me consuele y haga sentir mejor. Porque la verdad es que sólo me interesa ser la más linda del mundo para él, y aunque crea que Taylor Swift es más linda que yo es muy considerado de su parte no decirlo sólo porque sabe que me lastimaría.
   Me gusta que no nos gritemos nunca, ni estando enojados. Que jamás nos hayamos puteado. Que nos respetemos y cuidemos aún en los peores momentos. Me gusta que nos entendamos.
    Pero por sobre todas las cosas y espero poder cerrar la idea en estas últimas líneas, lo que más me gusta, lo que más disfruto y lo que más en paz me hace sentir es que es una excelente persona. Que no le haría daño ni a una mosca, que todos cuando lo conocen dicen “que bueno es Jero”. Porque se le nota a 3 mil km. Y me encanta, me fascina, me vuelve loca haberme enamorado hasta los huesos de alguien así. De alguien que me da amor puro y sano, y no solo no me daña, sino que se dedica a sanar todo lo que otros dañaron.
  Me cuesta, sigo aprendiendo, estoy en el camino todavía… pero me tocó el mejor compañero que puede existir.

miércoles, 5 de junio de 2019

Te seguí y reescribiste mi futuro

•Es aquí mi único lugar seguro•

  Nunca sentí tanto amor por alguien y eso hace que a veces todo se sienta raro, porque el mundo y la vida es un poco todo eso que queremos con desesperación pero es imposible de alcanzar. O al menos eso fue para mí siempre (que triste) pero que real. Nunca me pasó que las cosas me salieran bien, nunca tuve lo que queria cuando y como lo quería. La vida me cagó a palos de todos los lugares posibles. Y después de todas las pérdidas, los fracasos, desencuentros y frustraciones vino y me ofreció en bandeja todo lo que siempre necesité sin saberlo.
  Y el mundo y mi vida empezaron a cambiar de manera tan sutil pero a la vez tan significativa que los fracasos ya no me parecen fracasos sino aciertos que hicieron posible mi presente. Si mi vida es hoy todo lo que es gracias a todo lo que perdí antes, entonces no perdí ni fracasé en nada. Entonces todo estuvo siempre en el lugar correcto.
  Eso me hace sentir este amor, que estoy en el lugar y tiempos correctos. Hace que sienta que todo es tan pero tan ideal que no parece posible ni real. Pero lo es. Aunque me parezca que no a cada rato este chico es real. Y como tal tiene sus errores y también sus aciertos. Y con ambos logra sacarme de las peores tormentas y me devuelve el sol y el cielo despejado.
  Siento a cada rato que el dolor no existe ni nunca existió. Me sanó tanto que parece que nadie nunca me lastimó antes.
  Mi vida y mi mundo cambiaron tanto que me siento plena y quiero que para siempre mi vida sea esto: él, yo, proyectos, metas, viajes, errores, aciertos, disculpas y vueltas a empezar. Amor puro amor. Juntos.
   Para siempre quiero sentir lo que siento cuando Jero me mira y sonríe. Para siempre quiero verme en sus ojos y saber que estoy en el lugar y momentos correctos. Por que eso debe ser el amor, no? Sentir que no existe un mejor momento ni un mejor lugar que ese donde nos hace encontramos juntos.

 
 

viernes, 24 de mayo de 2019

Como un iceberg

  Si alguien viera a Clara caminando por cualquier calle un día cualquiera, ni siquiera notaría su existencia... porque Clara es tranquila y silenciosa. Siempre está con una media sonrisa, siempre está queriendo ayudar al que lo necesita. Clara es buena amiga de sus amigos, los escucha y aconseja con madurez. Clara es madura. Toma sus elecciones con calma, pensando bien que paso dar en el momento exacto. Estudia, y también trabaja. Es buena compañera, pero sobre todo es responsable y organizada. Se encarga de todo ese trabajo aburrido pero necesario que nadie quiere hacer. Y lo hace sin quejarse, sin echarlo en cara de nadie. Que buena es Clara. Clara daría lo que sea por ver bien a los que ama. Clara no discute, no pelea, no se enoja. Clara no es celosa y comprende que las relaciones son confianza, entrega y sinceridad. Clara es clara, transparente, no se esconde ni esconde lo que le pasa. Clara llora cuando así y lo siente, y ríe a carcajadas sin miedo.
  Pero Clara no es sólo Clara, sino una parte de ella. Y a veces también se oscurece y juega a ser otras personas. Se enoja y lastima a quien se le acerca, se siente herida y no deja que nadie se acerque. La oscuridad se apodera y sabe muy bien como mentir, como manipular y como engañar a su antojo. Sabe utilizar las cartas a su favor, y por sobre todo sabe como ocultar todo ante los ojos más astutos. Sabe usar la máscara clara y transparente. Conoce a los malos porque es uno de ellos, conoce a los mentirosos y a sus estrategias, y presiente el dolor mucho antes de que llegue porque supo causarlo. Se acostumbró a vivir en el caos, escondida. Sabe soportar las tormentas, y ahora sabe también crearlas y taparlas. Su parte oscura es capaz de ser invisible a plena luz del día, porque Clara misma aprendió a mantenerla muy quieta y obediente en el bolsillo de su campera. En el lugar más recóndito de su mirada. En ese espacio hueco de su corazón.
  Mantiene allí su oscuridad para que no lastime a nadie más que a si misma. Porque si hay algo que Clara sabe muy bien, es de lo que ella misma es capaz. Y la capacidad a veces es peligrosa, al igual que la inteligencia y la astucia. Y la parte oscura de Clara, se alimenta cada día un poco más de todas sus cosas buenas, de todo lo que ella es, logrando convertir cada cualidad en un defecto sin retorno.
 Clara no es tan clara a veces, Clara se esconde, Clara se oscurece.
Clara se envenena cada día un poco más.


lunes, 6 de mayo de 2019

  Que voy a parar de culparme, mentirme, fallarme, decirme tarde verdades que necesito

  Por qué también dediqué tiempo a quién ya no se acuerda de mí. También pegue los trozos de lo mismo que después partí. Tampoco me he entendido y he entendido que eso será así.
No he estado confundido, he estado fundido con lo peor de mi.
Me he mudado a problemas y he querido ser feliz ahí.

miércoles, 24 de abril de 2019

Lo que se ve en tus ojos

A veces me pregunto, ¿seré yo? ¿Seré sólo yo o vos también? ¿me odias? ¿Me stalckeas? ¿Te importa lo que hago?
  ¿Porqué te odio? ¿te odio? A veces creo que sólo siento lástima y pena. Otras me acuerdo de muchas de las cosas que hiciste y un poco de bronca me alcanza. Pero no, no te odio. Si tengo que ser sincera me pareces una pobre piba, desesperada por un poco de atención. Alguien que por más que quiera no sabe como no dañar, como ser buena persona. Capaz que ni siquiera es tu culpa y sos así por el pasado que llevas a cuestas, que se yo. Todos tenemos un pasado, algunos más complicados que otros, pero pasado al fín. Todos alguna vez pasamos por cosas que nos dejaron marca y cargamos en la espalda sin querer hacerlo. Pero dentro de ese caos que cada uno es, lo que me parece importante es lo que queda. Lo que se elije conscientemente.
  Me cuesta creer que vos elijas el dolor. Por que parece que eso te empecinas en causar: dolor. Antes, ahora, ¿en un futuro? no sé. Pero yo pienso mucho. En mí, en lo que doy, en lo que causo, en lo que quiero ser. Pienso mucho por naturaleza y porque creo que es la manera que encuentro para mejorar como persona. Y no creo haber hecho algo para ser el blanco de tus maldades, sigo sin entender porqué lo haces. O no, en realidad si sé, queremos lo mismo y eso inevitablemente parece convertirnos en enemigas. Pero aún así, ¿porqué lastimar? A mí que no te hice nada y peor, a la persona que querés. ¿La querés o es sólo un capricho? Creo que deberías pensar. Quizá así te des cuenta que a veces querer a alguien significa dejar que elija por su propia felicidad, aunque eso no te incluya. A mi me pasó, y por experiencia sé que se necesita muchísimo amor para dejar ir a alguien. Quizá eso es lo que te falta y siempre te faltó... amor.
  Tengo 23 años y un camino corto recorrido, pero con algunas batallas ya ganadas te digo que abandones tu posición de maldad. Lastimar no te va a hacer más feliz, ni siquiera aunque consigas lo que buscás. Porque a veces el camino es más importante que la meta y si no lo haces con el mayor amor, no va a servir de nada. O quizá si, quizá sólo sirva para aprender de los errores.
  No, no te odio. Solo me da mucha pena y angustia que alguien guarde tanto odio y tanto rencor adentro. Y que sea capaz de trasmitir sólo eso con la mirada.
 No te odio, y aunque a veces me gustaría ayudarte a salir del lugar horrible en el que te colocás hoy sé, despues de pensarlo mucho, que en ciertas cosas es mejor no involucrarse. Y que sólo se puede ayudar a quien quiere ser ayudado.
Desde el mayor amor te digo esta guerra se termina acá. No quiero ser tu enemiga.

miércoles, 20 de marzo de 2019

Sigo hasta el final y te digo
No voy a tragarme sin ladrar tu blanco rock sin vuelo
Soy de los que suelen desgarrar su corazón entero
No voy a tomarme nada más para escapar del fuego
Soy de los que saben ir a mil y terminar en cero

lunes, 11 de marzo de 2019

siempre es siempre

   Te extraño.
   Pero me hago la tonta y no le digo a nadie, no quiero que me vean llorar.
   Me haces falta.
   Pero ni loca lo digo en voz alta, porque me derrumbaría y la verdad es que necesito seguir siendo fuerte. O al menos mostrarme fuerte.
  Te extraño con cada fibra de mi ser y no quiero aceptarlo. No quiero que nadie sepa que todavía me duele después de tanto. La verdad es que me hago la desapegada pero siempre me costaron bastante las perdidas. Me cuesta dejar ir, aunque por fuera parezca que ya lo hice. Extraño verte sonreír, que me levantes del piso en un abrazo y que me digas que soy hermosa. Que estás orgulloso, que me amas, que me amas tanto que soy la hija que nunca tuviste.
   Te extraño con cada centímetro de mi piel y no me di cuenta hasta hoy. Hoy que por primera vez te estoy llorando. Tardé dos años. Perdón pero es que antes no pude, te juro que no. Todos me necesitaban tanto, todos se apoyaban tanto en mí que... que yo sólo pude dedicarme a ser el pilar que sostuviera todo. Es lo que mejor me sale, dejarme de lado por los demás. Y hoy que tengo este ratito para mí, y para vos, y para llorar lo que no lloré en todo este tiempo, sólo quiero volver a cualquiera de mis cumpleaños o a cualquiera de todas las vacaciones en sancle y abrazarte fuerte muy fuerte. Que me compres tres docenas de churros sólo porque sabes que me encantan y me dejes estar sentada al lado tuyo mientras cocinas, estás en la compu o miras el mar. Me encantaría estar al lado tuyo un ratito mirando el mar.
  Sólo quiero que me mantengas fuerte, yo sé que vos estás bien, sé que era lo mejor, pero no puedo evitar extrañarte. Así que por favor manteneme firme. El mundo es duro y se pone peor si no tenes donde apoyarte. Te amo siempre.

 

lunes, 25 de febrero de 2019

I said: hey! what's going on?

A la de 14 le diría que sea honesta y alce la voz, realmente no querés una fiesta, no querés un vestido y no querés a mucha de la gente a la que vas a tener que sonreirle para las fotos. Hay música que escuchas que no te gusta, ¿porqué lo haces? Para variar podrías decir lo que pensás enfrente de tus "amigos", ¿no te parece? Aceptate, sos hermosa. Valorate, sos inteligente. Tranquilizate, la adolescencia no es tan horrible como parece justo ahora. A la de 15 le diría que tiene que tomarse más en serio eso de ser sincera con sus sentimientos, sin esperar que los demás decidan por ella. ¿Otra vez una fiesta que realmente no querés? Por dios! odias festejar los cumpleaños, ¿a quién querés engañar? y que ese idiota que te gusta... mmm no, no es buena idea. A la de 16 sólo la abrazaría, y le diría que no se preocupe, que algún día el dolor insoportable de la perdida va a hacerse más soportable, aunque puede que nunca desaparezca ¿para qué mentir? También le aconsejaría que torturarse cada noche y llorar hasta dormirse de ninguna manera es la solución, que deje de maltratarse. Y otra vez: ese idiota que ama y que no la abrazó cuando el peor de los dolores la golpeó, sigue siendo una pésima, horrenda, horripilante idea. A la de 17 le diría que los cambios son necesarios, y que tiene que aprender a sobrellevarlos sin odiar al mundo. Por dios, la de 17 si que odia el mundo. Esa carrera no es para ella, otra vez: ¿a quién quiere engañar? Contentar a mamá no va a contentarte a vos misma, pero te vas a dar cuenta rápido. Le recomendaría que escriba, que escriba mucho y en cada rincón que encuentre. Que se encierre a escuchar buena música y salga de vez en cuando para no enloquecer del todo. Pero de todas maneras es lo que va a hacer, así que ¿qué importa? Ese chico bueno que tanto la cuida es una fantástica idea, pero fingir que te gusta... mmm no, no vas a poder mentirte así por demasiado tiempo. Y vas a tener que aprender rápido lo que significa romper el corazón de alguien, aunque no sea lo que querías hacer. La de 18 ya carga con mucho de todas las anteriores, y sólo busca un poco de amor, y no puedo culparla por eso. Pero de todas maneras creo que le diría que definitivamente está buscando en el lugar equivocado. Aunque, ¿quién no se enamoraría de Peter Pan? No, no la culpo, aunque sí la compadezco. Este idiota no tiene comparación con el anterior, este va a destruirte, por lo que sólo espero que estés preparada. (Aunque sé que no vas a estarlo, perdón por eso) Cuando todo pase sólo le diría que deje de culparse, que alguien no te valore nunca, jamás es tu culpa. La de 19 sólo quiere divertirse. Casi no tengo cosas para decirle, salvo que su vida de excesos es vacía, como su corazón. Pero en el fondo lo sabe. También la abrazaría, muy pero muy fuerte, porque el mundo de plástico se le va a desmoronar en cualquier instante y va a encontrarse a si misma completamente sola aun estando rodeada de gente. Sé que nada va a consolarla, sé que va a sentir que el mundo se volvió totalmente gris y sin sentido. Y sé que va a mostrarse fuerte para el afuera y va a llorar en soledad porque no sabe como lidiar con lo que acaba de pasarle. Le diría que todo va a estar bien, pero tiene que descubrirlo por sí misma, y guardarlo como marca de fuego en su piel para siempre. De eso va a encargarse la de 20, que otra vez está enojadisima con el mundo, pero sólo para cubrir la inmensa tristeza que lleva en el cuerpo. ¿Cuantas perdidas más hay que soportar para ser feliz? Perdón, pero ni siquiera yo lo sé. Va a preguntarse una y otra vez porqué, y sólo por eso me gustaría decirle que la respuesta no existe, que deje de torturarse con la pregunta. La abrazaría tanto que me quedaría sin fuerzas, pero sé que no va a dejarme hacerlo. Pasó por tanto que ya no quiere sentir. Y va a lograrlo por un tiempo, por que la de 21 es simplemente quien camina por el mundo sin saber a donde va, sin tener un propósito claro y sin poder ver más allá de su tristeza. Como si se hubiera muerto hace rato pero siguiera respirando por inercia. A ella le diría que ponerse primero es quizá la solución y que no debe sentirse tan mal por hacerlo, pero simplemente no va a escucharme sin importar que tan alto hable, porque no escucha a nadie, porque no le interesa escuchar a nadie. Va a sumergirse una vez más en el mundo de plástico pretendiendo volver a ser lo que fue antes de que todo cambie, pero sin poder lograrlo.Va a rogar perder la memoria cada día de su vida, imaginado una y otra vez miles de escenarios en lo que eso pasa o todavía peor, escenarios en los que ella muere. Va a volverse hielo una vez más hasta que el vacío y el silencio sean tan fuertes que no los pueda callar. Hasta que el mundo estalle y ella vuele en mil pedazos con él. Sólo entonces me escucharía, y entonces le diría que baje la mirada hacia su muñeca izquierda y se aferre una vez más a esa idea, que como aprendimos un millón de veces antes, cuando algo nos hunda debemos tener una buena razón para aferrarnos a una soga que nos salve. Y que va a llegar, que ese tímido chico que está intentando negar que le gusta... puede ser la razón que la saque adelante. También le diría que no sea idiota, escuchar a los miedos nunca nos sirvió para nada. Le diría que se arriesgue y vaya por todo, pero no necesita que se lo diga porque de todas formas él va a obligarla a hacerlo. Y vamos a estarle agradecidas de por vida por eso. Le diría que disfrute por mí de ese tiempo de caos absoluto porque en algún tiempo va a extrañarlo. Que disfrute de la intensidad de la que todo el mundo se queja, que abrace la cercanía que siempre le dió terror y se re descubra a sí misma. La de 22 no me preocupa demasiado, está bien acompañada. Sólo necesita que le digan que se relaje. ¿Escuchaste? Relajate, carajo! el dolor está lejos, y el mundo puede ser hermoso si le das la oportunidad. Nadie, ni siquiera la vida y sus inoportunos accidentes, quiere lastimarte. Parte de ser feliz es quizá vivir con la posibilidad de fallar, de que todo falle.Una vez más, el miedo no va a llevarnos a ningún lugar. No podes controlarlo todo. Hacé lo que te haga feliz y dejá que la vida te sorprenda. La de 23 está en construcción, y por ahora no decido del todo que necesita escuchar, pero aprendió de todas las anteriores, de cada uno de sus errores, así que está agradecida. Y dice que en realidad no les diría nada, porque parte de lo que ella es, es gracias a los malos momentos de todas las anteriores, que tuvieron que ser como fueron para crecer.
   Para todas: aceptate, abrazate, pero sobre todo PERDONATE. Hiciste lo que pudiste, como te salió, sin tener todas las herramientas. Perdonate y dejá ir el dolor. Vamos a estar juntas, todas, toda la vida. Por lo que tenemos que llevarnos bien. Procuren ser amables con las demás, nadie nos enseñó a vivir, aprendimos solitas unas de las otras, y sólo por eso nos merecemos amarnos sin juzgarnos. 

viernes, 15 de febrero de 2019

Eres escondite. Abres los brazos y todo parece ir bien ahí. 

MILUGARSEGURO 

  Hoy sonreí de la manera que lo hacemos casi todos ante un primer amor. Tímida, nerviosa, emocionada y un tanto patética. Y lo hice con los ojos, porque mi boca estaba pegada a otra.
  Cerré la puerta de casa y seguí sonriéndole al piso. Entré en mi pieza y me tiré en la cama, aplastando mi todavía tonta sonrisa contra las almohadas, disfrutando del instante. El instante perfecto en el que te das cuenta que sos feliz, y lo demás poco importa. Sin ponerle interés a que fueron tan solo 25 minutos de una visita improvisada, porque bastaron, alcanzaron para que lo demás se acomodara.
  Quiero para toda la vida la sensación de adolescente quinciañera enamorada que quiere estar en una cama dándose besos por horas. La sensación de nervios en la panza cuando suena el timbre y sé quién espera en la puerta para que le abra. La ansiedad del pasillo interminable que me deja arreglarme una vez más el pelo o la ropa, para estar linda. Linda para alguien. Esperando escuchar que hoy estoy hermosa. Y que me importe más que él lo piense antes que estarlo realmente.
  Quiero para siempre este amor tan a la antigua, con pensamientos y libertades modernas. Este amor tan único y especial. Y aunque peque de soberbia, podría asegurar que no nos parecemos a ninguno en el mundo, que el nuestro es tan extravagante que mejor guardarlo en las cuatro pareces de mi habitación, bajo el acolchado de mi cama. Mejor guardarlo porque la gente tiende a querer destruir aquello que se sale del molde. Mejor guardarlo para siempre y para nosotros dos, porque al fin y al cabo, no necesita más que de nosotros para seguir vivo.