Permanezco dormida.
A veces sueño lindo, a veces tengo pesadillas, pero mis ojos de igual manera en ambos momentos están cerrados.
Me dolería abrirlos.
Quizá por la luz es demasiado fuerte, y me daña.
Quizá porque temo quedar ciega.
A veces sueño lindo y a veces tengo pesadillas.
Me culpo a mi misma por tenerlas, ¿como puede mi cabeza crear semejantes espectáculos?
Es mi culpa.
Quizá si no fuera tan cautelosa y desconfiada, tal vez si dejara de pensar tanto en lo malo los sueños lindo estarían conmigo para siempre.
Si, es mi culpa.
Pero entre más lo creo, y más sueños lindos se aproximan, más miedo siento.
Y termina convirtiéndose en una realidad la idea de que los sueños lindos pueden ser también el espejo de una pesadilla.
Abrir los ojos me duele, y empiezo a pensar que tenerlos abiertos se asemeja a una cicatriz que duele y pica cuando está sanando.
Me duele abrirlos pero más me duele permanecer dormida y quieta sin ver más allá de mis párpados.
No quiero estar dormida entre algodones nunca más.
Quiero que la luz me invada y arriesgarme a quedar ciega.
Porque tal vez estando ciega sea capaz de ver más que estando dormida.
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