Mi peor defecto es que puedo ser lo mejor y lo peor con la misma facilidad.
O quizá sea mi mejor virtud.
A esta altura solo sé que sos de frágil cristal en manos de una torpe cobarde.
Tengo así como manos de manteca, y siento que si doy un paso en falso te voy a partir en mil pedazos.
Es que cuando abrazas a alguien roto, solo tenes dos opciones: o lo arreglas, o te cortás. Y no estoy segura de querer que me des el poder de hacerte sangrar.
Algo de ego se debe esconder en eso, lo sé.
Me gusta más pensar que es inseguridad. Mereces más. Mereces aunque sea alguien que pueda darte el 100 porciento de lo que tiene. Alguien que no esté tan lleno de miedo.
Estoy llena de miedo. Porque sé mejor que nadie lo que duele un corazón roto, y de solo pensarte en mi lugar, doliendo lo que me duele a mí estar así, se me destroza el alma.
Solo mereces amor. Alguien que te haga reir, y esté ahí para vos cuando lo necesitás. Alguien que te cuide, no alguien a quien cuidar.
Quiero que me dejes de cuidar. Que dejes de ser tan incondicional, de darme tanto, de ser tan especial. Necesito que dejes de serlo, porque yo no puedo serlo para vos. Y eso me parte en dos.
No te convengo. Tengo tanto kilombo adentro que siento que nunca va a estar resuelto de todo. Lloro, me pierdo, me desgarro, me lastimo. Cuando es conmigo no pasa nada, pero ¿y si te desgarro, te lastimo a vos?
No me lo podría perdonar.
No me ames. No te enamores. No me cuides.
Salí corriendo antes de que sea tarde. Corré y ponete a salvo. (eso es lo que haría yo si pudiera escaparme de mí)
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