"Porque sí, ¿a quien no le gustaría esa sonrisa?"
Yo me pregunto, ¿a quién no le gustaría la tuya?
La primera vez que nos vimos volví a mi casa con una canción en la cabeza que tuve la necesidad de twittear. Fue loco, porque no pude dejar de cantarla una y otra vez, y ahora esa canción le pertenece porque cada vez que la escucho no puedo pensar en otra persona.
Nos cuesta creer en lo bueno, o al menos a mi me cuesta bastante. Porque nunca antes me pasó, y es difícil creer en eso que no viviste. Y a mi cuesta creer que por fin alguien bueno se cruzó en mi camino. Y que me gusta, me encanta como es.
Me pasaría todo el día con él, hablando de esas cosas que a casi nadie le interesa. Perdiéndonos en discusiones sin sentido sobre temas universales sin llegar a ninguna parte. Lo abrazaría hasta cansarme (aunque creo que nunca me voy a cansar). Los abrazos siempre me parecieron incómodos, difíciles. Los suyos tienen una mezcla rara y hermosa entre suaves y fuertes, sutiles y llenos de valor.
Creo que me está gustando demasiado pasar todo mi tiempo juntos. Con su pelo platinado, sus hoyuelos y su diente apenas partido. Con todo eso que lo hace ser él, y que por eso me gusta. Porque estoy casi segura que el pelo platinado no le quedaría bien a nadie más.
Y un poco de bronca me da que no vea todo lo que yo veo en él. Porque al fin y al cabo, estamos en la misma. Viendo en el otro todo eso que nos gusta, todo eso que nos da miedo, todo eso que no podemos creer que sea verdad.
Nos falta relajarnos. Relajarnos y disfrutar de lo que nos está pasando. Dejar de pensar en la edad, las circunstancias, en el miedo. Dejar de pensar en todo y ser felices.
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