sábado, 21 de octubre de 2017

Contradictorio

  Ayer estaba volviendo a mi casa a eso de las 6 am. Había salido con amigos y solo quería llegar a dormir. Estaba cansada, pero manejar siempre me mantiene atenta. Llegue a una esquina peligrosa en la que los semáforos no andaban y frené por inercia, como lo hago siempre para poder ver que no viene nadie. Pero venía. Una moto cruzó a una velocidad muy rápida, y a mi izquierda pasó una camioneta a una velocidad todavía más rápida. No puedo describir muy bien lo que sentí.
  Vi volar a la moto, y a una persona. Un chico.
   La moto no era roja. El chico no era rubio. Y no estábamos en 7 y 524. Pero algo dentro mío volvió a quebrarse sin ruido, pero con estruendo. ¿Porqué? ¿Porqué tuve que ver algo como eso?
   Me da mucha bronca, pero cada vez me acostumbro más a la idea de que esto va a dolerme para siempre, que no voy a poder subirme una moto nunca más a pesar de que me encantaban. Que voy a tener miedo cada vez que alguien me diga que vuelve a casa en una, que el hueco que dejó en mi vida nunca se va a llenar. Que voy a estar rota para siempre.
  Me duele el cuerpo. La cabeza, la espalda, el cuello. Me duele todo, me duele el alma. Me duele el tiempo que corre y frena. Me duele no poder cambiar lo que me pasó. Lo que le pasó. Porque cambiaría el haberlo conocido por que nunca le hubiera pasado esto. Por que preferiría verlo desde lejos pero sano y salvo.
  Siento que adentro mio tironean dos fuerzas que no sé como callar. Dos fuerzas que sé nunca se van a callar. Que siempre van a gritar que hubiera pasado si... que hubiera pasado si nada pasaba. Quien sería yo, quien sería él, dónde estaríamos. ¿Estaríamos juntos?
  Me duele todo, pero más que nada el tener que seguir adelante con mi vida. Porque sé que lo merezco, pero ¿cuanto valor se necesita? Peleo todos los días contra las ganas de rendirme al dolor que tengo. Rendirme al pozo oscuro. Quedarme tirada en el fondo hecha un ovillo, y que la vida pase. Que me pase de largo, que me ignore, que me deje en paz. Que todo siga girando sin mí porque yo no tengo fuerzas para seguir.
  No quiero estar con él. Puede que a veces lo extrañe, pero es más una melancolía. Y aún así no me deja de doler ese maldito accidente. Ese maldito 16 de agosto que me cambió tanto. A mi, a mi mundo, a mi vida.
  Siento a cada rato que no lo voy a lograr, pero agacho la cabeza y sigo. Aguanto el tirón, el dolor, el desgarre. Aguanto, soporto y sigo. Porque no me enseñaron de otra forma, porque no lo sé hacer de otra manera. Porque aunque quisiera nunca sería capaz de rendirme. Pero duele a cada rato. Duele mucho. Por dios, quiero que me deje de doler.

  .si no me rompo es solo porque pongo empeño. 

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