Dudé mucho sobre si debía publicar lo que sigue, pero mi blog siempre se trató de lo que siento y los procesos que hago momento a momento, así que acá va:
 |
25 de mayo 2019 |
Hace unos días, me puse con una amiga a ver fotos viejas que tengo guardadas en Google Drive. Nos reímos un rato con los recuerdos, y entre tanto también encontramos cosas no tan agradables. Hay algo que yo comprendí hace ya un par de meses, pero que con esas fotos viejas pude ver mucho más gráficamente.
El 2019 fue un año difícil en muchos aspectos, pero sobre todo en uno particular que me mantenía preocupada, alterada y enferma. El año pasado yo comía pero no engordaba, y a veces también no lo hacía porque tenía días de extrema tristeza. Toda la comida empezó a caerme mal. Me descomponía a cada rato, tenía nauseas y vómitos, lo que me llevaba a no querer comer. Tomaba ibupirac y sertal como si se tratara de caramelos y adelgazaba cada vez más. Se me caía el pelo, tenía ojeras, no conseguía dormir bien. Fui reiteradas veces a un masajista, porque estaba tan contracturada que tenía terribles dolores de cabeza. Ese año tuve también mi primer ataque de ansiedad. La verdad es que en ese momento no lo reconocí como tal, pero se repitió en muchas ocasiones, así que terminé por darle la importancia que se merecía. Me sentía insegura, nunca había tenido problemas con mi físico y ahora me sentía totalmente acomplejada de mil formas. Estaba mal anímicamente, me costaba sentirme a gusto en cualquier situación y me angustiaba con mucha facilidad. Lloraba por cosas que no eran la verdadera razón, y me empecé a cerrar en mí misma tan paulatinamente que casi no me di cuenta de lo aislada que estaba. Mi vida estaba llena de cosas lindas que pasaban desapercibidas ante mis ojos porque estaba totalmente nublada. Había algo que se estaba llevando mi brillo. "En ese momento no nos dábamos cuenta, pero estabas como apagada" me dijo mi amiga cuando vimos la primer foto. Es de hace casi exactamente un año. Y resume bien lo que eran todas las fotos: la mirada como perdida, sin sonreír, pálida, extremadamente flaca, decaída.
 |
19 de mayo 2020 |
Lo bueno es que uno siempre puede cambiar (y no solo de corte de pelo, ja!) La segunda foto es de hoy, de hace un par de hs. Se me ocurrió compartirlas juntas porque tengo puesto el mismo jean que en la primera, pero ahora lo uso sin cinturón. Engordé, y eso me hizo sentir bien nuevamente con mi cuerpo. Empecé a comer con gusto, todo lo que se me antojaba y como por arte de magia todo era recibido muy bien por mi estómago. No más nauseas, no más vómitos.
"¿hace cuanto no te tomás un sertal?" me dijo una amiga en tono de chiste mientras estábamos de vacaciones en Brasil. Hace un montonazo. También se me fueron las ojeras, porque empecé a dormir bien. Las cosas que antes me mantenían preocupada dejaron de preocuparme, y pude al fín dormir y descansar. Dormir sólo 6 hs pero que se sientan como 10. Volví a ser la persona alegra y relajada que siempre fui. Volví a hacer chistes y reírme
a carcajadas. Dejé de estar inundada
de tristeza, y ahora cada vez que lloraba era de emoción porque alguna de las hermosas personas que me rodea dijo que le alegra verme bien otra vez. Me pasan cosas lindas y estoy lista para disfrutarlas, me rodeo de gente que me hace bien. Toco música, canto a los gritos, bailo sin parar. Hago yoga, leo libros, escribo uno propio. Sonrío para las fotos. Sonrío con mis amigues. Sonrío a cada rato y por cualquier cosa. Hace un año el panorama era tan desolador que me resulta sorprendente que nadie, ni siquiera yo, lo notara. Pero en retrospectiva así estuvo bien si eso me permitió llegar hasta acá. No es chiste que ciertos vínculos pueden absorberte
hasta la última gota de energía sin que te des cuenta, pero eso me enseñó a agudizar el ojo para ver quien merece mi profundidad, y quien ni siquiera verme pasar. Hoy me siento plena otra vez. Con mis idas y vueltas, mis subidas y mis bajadas, pero plena. Feliz por quien soy, por lo que hago, por quienes me rodean. Mi cuerpo dejó de ser una tortura para convertirse en el espacio en el que mejor me siento. No me duele, no me pesa ni me acompleja, sino que me permite vivir y disfrutar. Hoy adoro mi vida, mi tranquilidad, la paz que supe construir y tanto me costó. Hoy soy feliz otra vez y agradezco poder sentirme así.
Merecemos bellos milagros que ocurrirán.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario