Una parte de mí te odia. Mucho, muchísimo, hasta los huesos. Es esa misma parte que te amó mucho, muchísimo, hasta los huesos. Es esa misma que está tan furiosa por lo que pasamos que no puede ver más allá de su enojo. Es la que quiere escribirte justo ahora, decirte que fuiste de las peores lecciones que tuvo que aprender. Recordarte uno a uno todos los errores que cometiste, mostrarte como sangran las heridas que dejaste. Mostrarte que aunque estoy mejor todavía hoy sangro un poco, y se me hace imposible perdonarte. La parte de mí que quiere gritarte, no sabe bien qué, pero con fuerza. Gritarte y que me duela la garganta, sentir que se me desgarra, sacar así todo lo que tiene acumulándose en la cuerdas vocales desde que se dió cuenta de lo mal que nos hiciste. Una parte de mí te detesta, te aborrece, no quiere volver a verte jamás. Desea que te esfumes, que desaparezcas, que nunca hayas existido.
Pero otra de mis partes le contesta que si nunca hubieras existido, nunca hubiéramos aprendido. Es mi parte sensata, esa que me recuerda que lo que sea que nos pasó fue para crecer, que debo agradecer y seguir adelante. Que quizá nada fue tu culpa, ni la mía, sino de ambos y las circunstancias. Es la parte a la que más intento aferrarme, mantenerme, porque es quizá la más sana. La que no quiere herirte, ni gritarte, ni odiarte. Es la parte que sólo quiero que tu recuerdo sea uno más en la lista de heridas que en algún momento sangraron, y hoy ya tienen coraza.
Pero todavía a veces sangro. No siempre, no todos los días, pero lo hago. Y cuando lo hago, como hoy, sangro tanto que me hace pensar que en realidad estoy como al principio y la herida no se cerró ni un poquito. Que no te odio, ni estoy enojada. Sino que te extraño, y estoy muy triste, y escondo todo detrás del enojo porque es más sencillo de sobrellevar. Porque hoy fue un día demasiado difícil en cuanto a fechas se refiere, y más que nunca te necesité. Quizá vos ni siquiera te acordaste, pero hoy hace tres años perdí a una de las personas más importantes de mi vida. Y este es el primer aniversario de ese día que no te tuve para que me abraces y me prometas que todo va a ir mejor. Y es difícil, muy difícil, intentar pensar en que ya no tengo que esperar ningún gesto de tu parte. Que desear un mensaje, una llamada, un mimo, es inútil. Que ya me demostraste que no importa cuanto te necesite, vos preferís mantener la distancia. Y está bien, y lo respeto. Y me convenzo, me repito, que es lo mejor, que tengo que crecer, que tengo que dejar de depender de los demás cada vez que me siento triste. Que tengo que saber llevar mis emociones yo sola. Pero es tan taN TAN difícil.
Hoy sangré por la herida como esa ultima noche. Hoy me olvidé de todas las razones que tengo para no quererte en mi vida, y deseé con todas mis fuerzas que me abrazaras. Y creeme, sé que es un abrazo que conlleva millones de cosas que no me hicieron ni hacen bien, pero como lo necesité hoy. Como te necesité.
Hay una parte de mí que está muy segura de estar mejor sin vos. Es esa parte que no te odia, ni te extraña. Es esa parte intermedia que te guarda un inmenso amor sabiendo muy bien que merece más. Merezco más, y sólo espero algún día ya no sangrar, ya no extrañar, ya no depender ni odiar. Ya no sentir nada por vos. Nada en lo absoluto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario