Clearing the air, I breathed in the smoke
Hace
varios años vi una película que se llama "el
eterno resplandor de una mente sin recuerdos". Me acuerdo bien que la vi
en lo de Franco, cuando él vivía con su mamá. Era una juntada con Sabri,
Cristian, Alejo y creo que también estaba Joaco. Preguntaron “¿qué quieren ver?”
y alguien la sugirió.
Recuerdo estar sentada en ese sillón sin entender casi nada de lo que
sucedía. No sé si no le presté la atención suficiente porque no me interesaba o
si realmente esa película no era para mí en ese momento, pero para los años que
siguieron me quedó la sensación de que algún día debería volver a verla para
poder entender todo lo que en ese tiempo no pude. Quizá viéndola sola, sin que
los chistes de Alejo me interrumpan, iba a poder sacar de ella algo más que un montón
de incoherencias e imágenes inconexas.
En
enero él me dejó y con la idea de querer arrancarlo de mi memoria llegó el
recuerdo de esa película. ¿Cómo sería borrar
a alguien para siempre? No me atreví a verla, creí que iba a entristecerme
demasiado, creí que iba a tocar fibras de mí que no estaba preparada para afrontar.
Tres meses pasaron, entre ese día y el presente. Ayer me sentí tan perdida que
lloré. No lo extraño, pero tampoco lo ignoro. Me encantaría que no provocara
nada en mí en lo absoluto, pero sería tonto pensar que eso es verdad. Aún tiene
algún tipo de poder sobre mí. Sé que no volvería con él pero en algún lugar de
mi ser todavía guardo sentimientos que le pertenecen. Sentimientos que no
decido si son buenos o malos, si son agradables o sumamente tóxicos. No lo
odio, pero tampoco lo amo. Estoy en un intermedio extraño en el que no
comprendo casi nada. Estaba tan enamorada, y me decepcionó tanto que todo ese
amor se vio estropeado para siempre.
Bingo,
encontré mi respuesta. Ya lo entendí. Lo amaba con todo mí ser pero se volvió
alguien que desconozco. Lo amaba tanto que me perdí a mí por no perderlo. Y aun
así logró decepcionarme lo suficiente como para que hoy, pese al amor que le
tengo, no pueda ni siquiera mirarlo a los ojos.
Pensé
que esa película iba a destrozarme porque el protagonista se da cuenta en el
medio del proceso de borrado, que quiere conservar sus recuerdos. Que pese a
estar triste, esos recuerdos en algún momento lo hicieron feliz. Y la trama da
un giro extraño en el que ambos olvidaron que se conocen gracias al
procedimiento, pero vuelven a encontrarse y la historia vuelve a comenzar,
vuelven a enamorarse porque le amor es más fuerte. Creí que eso iba a
destrozarme porque es la idea de amor romántico, de amor fuerte e intenso que
aunque quiera ser borrado vuelve a aparecer. La idea de destino, de un
sentimiento tan fuerte que ni el olvido puede con él. Y me equivoqué, no me destrozó
sino todo lo contrario. Parece que eso que durante todo el día de ayer me
persiguió y atormentó, gracias a esta película se aclaró.
Nunca
accedería a borrar mis recuerdos, pero no por querer conservarlo en ellos, sino
porque son los recuerdos los que me permiten ver todo lo que fuimos. No porque
nuestro amor sea fuerte e intenso, sino porque fue lo suficientemente débil
como para provocarnos las heridas que hoy cargamos. El amor romántico ideal de
este tipo de películas es el que nosotros tuvimos, y es por lejos de las peores
cosas que me pasaron. Cuando miro hacia atrás me veo a mi misma totalmente
atascada en un ideal que nunca va a concretarse, en un concepto de amor
totalmente erróneo e infantil. Me veo a mi misma, esperando que en algún momento
él abra los ojos y se de cuenta de que somos adultos y merecemos algo mejor que
la idea de destino. El destino no existe, el amor intenso e imborrable tampoco.
No somos almas gemelas, no vamos a superar lo que sea sólo por amarnos porque
sólo con amor no alcanza. Porque si lo pienso mejor lo que siempre nos faltó a
nosotros fue amor. Aceptación. Madurez.
Esa
película no me destrozó sino más bien me demostró lo que éramos y lo que ya
nunca más quiero ser. Hoy deseo muchísimo ser sana, ser adulta, ser mejor. Y
luego, cuando me sienta bien conmigo misma, cuando haya aprendido lo suficiente,
cuando pueda verme y sentir orgullo, recién entonces quiero compartir mi vida
con alguien. Necesito crecer, necesito demostrarme a mí misma que lo que pasé
con él no fue en vano, que ya no voy a cometer los mismos errores, que todo
valió la pena.
No me
gustaba quien era cuando estábamos juntos. Tan insegura, irritada, malhumorada.
Tan pero tan demandante, dependiente, manipuladora. No me gustaba verme a mí
misma fingiendo estar destrozada sólo para que me ame aún más. Llegué a sentir
que si no lloraba, si no sufría, si él no veía que lo necesitaba, entonces no
iba a amarme. Llegué a sentir que tenía que estar rota para no lastimarlo porque
mientras estuviera rota iba a tener una razón, iba a sentirse útil por tener
que ayudarme, protegerme, cuidarme. Porque cuando estaba segura, feliz,
independiente y libre, él parecía asustarse. Se retrotraía, me reclamaba, creía
que ya no lo amaba. Era tan inseguro y dependiente que terminé adoptando sus
formas para no hacerlo sentir mal. No descansaba pensando en cómo hacer mi
siguiente movimiento sin que le afectara demasiado.
Pensé
que debía cuidarlo para no destrozarlo. Acabé creyendo que destrozarme a mí
misma lo mantendría completo y me perdí en el proceso. Y cuando se fue, me
destrozó lo suficiente como para que viera que en realidad nunca estuve tan
completa como ahora. Nunca me sentí tan libre, tan fuerte, tan independiente.
Hoy puedo descansar realmente. Hoy siento que respiro.
Se lo
agradezco. Necesitaba perderme en él para comprender que merezco mucho más. Que
merezco alguien que no se sienta atacado por mi seguridad, y que sólo voy a
conocerlo cuando esté dispuesta a sobreponer lo que soy, cuando ponga primero y
antes que nadie a mi propia esencia, cuando no necesite perderme para que
alguien se quede.
Cuando
prefiera estar sola conmigo, antes que perdida y acompañada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario