Abrír los ojos y encontrar los suyos es de mis cosas favoritas en el mundo. Nos fuimos un fin de semana al medio de la nada, y resultó que era perfecto porque yo sólo necesitaba una cosa y era a él.
Es raro como las cosas suceden, como llegan, como transcurren. Es raro como siempre llego tarde a todas conclusiones sencillas que no debería ni plantearme, pero si no la hago difícil no sería yo, ¿no? Nos abrazamos con el atardecer a nuestra espalda y tuve que hacer un esfuerzo enorme para retener una pregunta imbécil que hubiera sido inútil hacerle.
La respuesta no la sabe él, ni yo, ni nadie, porque tal respuesta simplemente no existe, es incierta.
Pero da tanto miedo.
Quizá también por eso retuve en mí la pregunta. Me da miedo la respuesta. Me da miedo que no sea la que espero.
La llevé al fondo de mi garganta, y lo abracé tan fuerte como puedo. Tan fuerte como me lo permiten mis brazos, pero que nunca es suficiente. Nunca es suficiente, siempre siento que lo quiero tener todavía más cerca, más apretado, más juntos.
El miedo constante que tengo es equivalente a lo feliz que me siento. Y me hace tener ganas de llorar a cada rato. Pero es un llanto extraño, es esa mezcla de sentimientos hermosos y horribles a la vez. Es ser tan feliz que no lo puedo creer, tan feliz que desborda, tan feliz que da miedo. Da miedo que todo se venga abajo y esa felicidad desaparezca. Que él desaparezca, y me quede sola otra vez. Por eso ni el abrazo más fuerte es suficiente, porque por más de que nos quedaramos pegados, no podría hacer callar esa voz que me grita a cada rato que todo se puede arruinar en un segundo.
Este fin de semana me di cuenta que lo amo mucho más de lo que soy capaz de poner en palabras. Más de lo que soy capaz de demostrar.
Me di cuenta que haría lo que sea por verlo feliz, y que también lo defendería de lo que sea que intentara hacerle mal. Incluso de mi misma. Lo cuidaría hasta de mí, y eso es más de lo que nunca pensé que llegaría a sentir.
Lo amo y no entiendo porqué me costó tanto darme cuenta.
Ojalá la respuesta nunca llegue.
O mejor todavía,
ojalá nunca más tenga la necesidad de hacer la pregunta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario