viernes, 31 de marzo de 2017

Red


Amarlo es como conducir un Maserati nuevo en una calle sin salida. 
Más rápido que el viento, apasionado como el pecado, terminando tan de repente. 
Amarlo es como intentar cambiar de idea una vez que ya estoy en caída libre. 
Como los colores del otoño, tan brillantes justo antes de morir.
Perderlo fue azul, como nunca había sido.
Extrañarlo fue gris oscuro, completamente sola. 
Olvidarlo fue como intentar conocer a alguien que nunca antes había visto.  
Pero amarlo fue rojo. 
Tocarlo fue como notar que todo lo que siempre quise estaba justo frente a mi. 
Memorizarlo fue tan fácil como saber todas las palabras de mi vieja canción favorita. 
Pelear con él fue como tratar de resolver un crucigrama y notar que no tiene solución. 
Lamentarlo fue como desear nunca haber sabido que el amor podía ser tan fuerte
Perderlo fue azul, como nunca había sido.
Extrañarlo fue gris oscuro, completamente sola. 
Olvidarlo fue como intentar conocer a alguien que nunca antes había visto.  
Pero amarlo fue rojo.
Lo veo a través de flashbacks, y ecos, diciéndome a mi misma que ya es el momento, debo dejarlo ir. 
Pero seguir adelante es imposible cuando todavía lo sigo viendo todo en mi cabeza. 
Rojo ardiente. 

lunes, 27 de marzo de 2017

sábado, 25 de marzo de 2017

Duele empezar a sanar

  Algún día todo tendrá sentido. 
  Alguno de estos días nos vamos a despertar y vamos a entender porqué llegamos hasta acá. 
  Vamos a entender que era necesario. 
  Algún día. 
  Porque todo estará bien al final. Y si no está bien, es porque todavía no es el final.  

viernes, 24 de marzo de 2017

Yo viajaré aprendiendo a seguir

¿Alguna vez les rompieron el corazón? - yo lo sufrí dos veces -
En ambos casos, no fue mi culpa. (o eso creo) Porque la verdad es que estoy bastante segura de que no fue mi culpa que mi novio estuviera con cualquier chica que se le atravesara. Mucho menos que años más tarde, otro idiota simplemente no quisiera ni siquiera llegar a ser mi novio (pero igual quisiera estar conmigo como si lo fuéramos). 
  No era mi culpa, pero igual pagaba los platos (por no decir corazón) rotos. Ellos salían lo más campantes de nuestra ruptura y yo... yo solo procuraba no pensar demasiado en eso para no llorar demás.
  [Digo la palabra llorar como si en algún momento de mi vida eso hubiera sido algo que me resultara fácil. Que idiota. Llorar me cuesta mucho, porque tengo que llegar a estar totalmente desbordada y vacía. Totalmente rota. Mientras no lo esté, mientras tenga aunque sea alguna parte medianamente sana... mientras tanto lo oculto lo mejor que puedo y sigo adelante hasta llegar a la destrucción completa] 
  Pero eso poco importa.
  La cosa es que cuando estos dos idiotas me rompieron cada parte de mi ser, la única salida que encontré fue dejarlos (porque siempre fui de las que corta por lo sano). Dejarlos en buenos términos, pero convenciéndome de odiarlos. Odiarlos a muerte. Odiarlos y enojarme por haberme hecho sentir tan mal sin ningún derecho. Odiarlos en secreto, hasta que la tristeza disfrazada de enojo, por fin desapareciera de mi, liberándome de una vez por todas de la asquerosa cárcel que es tener que fingir que no me duele todo adentro todo el tiempo.
  El problema es que eso solo sucede cuando quien tengo en frente, es culpable de mi corazón roto. Odiar tiene sentido cuando podés encontrar un culpable.
  ¿Alguna vez escucharon la estúpida frase de "Lo quiero - no me quiere // Me quiere - no lo quiero // Nos queremos - no se puede"? Bueno, a mi me pareció bastante idiota y falta de sentido hasta ayer. Porque siempre creí que no había absolutamente nada en el mundo que pudiera detener a dos personas que se quieren. (Porque aunque no parezca siempre fui la romántica de mi grupo de amigas). Y porque creer eso era el consuelo para esos días en los que lloraba por alguien que no me quería. Consuelo de que algún día iba a llegar alguien que me iba a amar tanto como yo a él, y nada iba a poder interponerse entre nosotros y la ansiada felicidad. La idiota felicidad. La injusta felicidad. La inestable y poco probable felicidad.
  No se puede. A veces, simplemente, no se puede. No se llega, no se logra. (Y puede que sea un poco rendirse, o puede ser también cortar por lo sano con el dolor) Es bastante difícil encontrar la diferencia cuando hace tanto que lo único que existe es amargura.
  Ojalá no se malinterprete, lo amo tanto que... que tuve que romper mi corazón para que me entrara más amor. Más del que nunca pensé sentir, pero el que no me produce ninguna felicidad.
  Y ni se les ocurra pensar mal de él, no. Porque sé que con solo mirarlo es posible darse cuenta que parte de su mundo gira gracias a que estamos juntos. Pero... pero es complicado.
  Eso le repito al mundo cuando me preguntan
  - ¿Quien es Pablo?
  - ¿Pablo? - si claro, como si no hubiera escuchado ni entendido de que me hablan - Es complicado.
 escomplicado. Es complicado. EsCoMpLiCaDo. COMPLICADISIMO. No pregunté más, por favor. Hagame el favor de hacer como si esa pregunta no me provocara una mueca de dolor que no me deja sonreír. Haga de cuenta que la realidad no duele. Porque eso es lo que hago yo. Es la forma que encuentro de mentirme. Es ese cachito de mí que todavía me queda entero y me permite no romper en llanto cada vez que lo veo. Cada vez que me abraza. Cada vez que estamos juntos pero no es él.
  Es cachito se rompió ayer. Se rompió hace un mes. Se rompió hace mucho. Muchísimo. Pero, cuando no tenes a quien culpar el método del enojo disfrazado de tristeza no funciona. Y cuando dejarlo no es porque el sea una mala persona... se vuelve una tarea imposible.
  Pero a veces simplemente no se puede. No se llega. No se logra.
  Y no es rendirse. Es soltar el dolor. El dolor que significa darme cuenta que todo este tiempo soporté todo solo porque seguía muy aferrada a ese chico que desapareció de mi vida hace dos años. El dolor que conlleva darme cuenta que sigo esperando a alguien que ya no existe.
  El dolor que es dejarlo, amándolo como lo amo, solo porque las circunstancias no nos quisieron apoyar.

sábado, 18 de marzo de 2017

Son caminos que tal vez hay que pasar

  Axel. El rubio. Mi compañero de aula. El que todos los directivos del colegio conocen. El gracioso, el inquieto, el que las profesoras mucho no querían.
  Mi noviecito de la primaria, el que me regalaba chocolates marca Felfort solo porqué se llamaban "Jacqueline". El que me hacía cartitas con colores, y me agarraba la mano por abajo del banco mientras mirábamos una película en tercer grado. El que se tragó una bolita en segundo, y tuvieron que poner de cabeza para que no muriera asfixiado (ja!).
  El que se sentaba conmigo y lo único que hacia era molestarme. El que levantó la mano en una clase de Geografía mientras hablábamos de producción ganadera solo para contar que el le ponía huevo y azúcar al pan, y se lo comía. Si, huevo crudo. Diug.
  El que en los recreos de invierno se me sentaba arriba para no tener frío. El que decía "hola chiche" cada 20 segundos a cualquiera.
  El agitador de día y noche en Bariloche. El que no te dejaba dormir. El que vivía de fiesta. El loco de atar. El pincha que siempre te ibas a encontrar en la cancha. El leal.
  El que fue parte de mi vida durante los 12 años que duró la escuela.
  Axelito, mi amigo, el que está hoy en una cama de hospital empezando la dura y larga batalla que solo el cáncer puede dar.
  ¿Como puede ser?
  Hoy en la sala de espera otra vez vi a esos con los que compartí más de la mitad de mi vida. Y nos pusimos a hablar de todo, de esto, de las viejas anécdotas, las divertidas y las no tanto, las que compartimos, las que tan lejanas parecen hoy, y las que me hicieron pensar en lo mucho que daría por volver. Por volver a ese tiempo en el que jugábamos a la mancha todos juntos, y el mundo no era tan complicado. En las que se lloraba por rodillas raspadas.
  Hoy si miraba para el costado, tenía junto a mi a esos con los desde que terminé el colegio no hablo. Pero con los que el tiempo parece no haber transcurrido. Y pesar de toda la mierda, eso fue lindo. Fue muy lindo el saber que si Axel mira para el costado, seguimos estando los mismos. Para reírnos de boludeces y hacerle más sencillo este quilombo al que se tiene que enfrentar.
  Porque al menos para mí, no debe haber mejor cosa que saber que tenes alguien que te banca pase lo que pase. Porque no debe existir mejor cosa, que sentirse acompañado. Y eso somos desde hace tanto, compañeros. Compañeros de escuela, antes. Compañeros en todas, siempre.

  "El fuego prueba el oro. No se refiere solo a las forjas y metalurgia. Se refiere a que la adversidad prueba la fuerza del carácter. En momentos difíciles, en tiempos oscuros, algunas personas relucen."

martes, 14 de marzo de 2017

Ladran Sancho

 Me duelen las criticas. Me duelen tanto que a veces no entiendo como es que sigo cuerda.
 Lo malo me pesa mucho. Me duele, me molesta, no me deja vivir en paz.
 Gato. Trola. Densa.
 Tengo alguien odiándome a sol y a sombra. Alguien que dedica su propia vida a hacer miserable la mía. ¿Y por qué? Porque queremos lo mismo. Porque para ella debe ser más sencillo tratar de herirme a mí, que tratar de recuperarlo a él.
  Me duele mucho. Me duele porque yo no la odio. Ni un poco. Ni obligándome. No me sale.
  Solo me sale sentir pena. Pobre piba.
 Nadie le enseñó a amar. Na debe tener ni idea lo que es amar a alguien con todas las ganas. Nadie le mostró que es ser buena gente. No debe tener ni idea de lo que es construir. Demostró solo saber destruir.
 Herir. Cortar. Lastimar. Hacer sufrir.
 Pero yo la perdono, no sabe lo que hace. No debe haber tenido la suerte que tuve yo.
 La perdono porque esos perros que ladran, son los que más miedo tienen. Y debe estar muerta de miedo porque sabe que yo tengo algo para ofrecer que ella no: amor. Mucho amor. Amor del bueno, del que no daña.
 Debe estar muerta de miedo porque es algo que ella no sabe construir. Y que por lo tanto elige destruir con tanto esmero.
 Porque si me rindo, va a ser más fácil. Porque si reacciono y peleo, voy a quedar a su misma altura. Porque viéndome tan insignificante como me ve, debe ser muy doloroso saber que él me prefiere.
 Por eso no le guardo rencor, porque tratar de lastimarme nunca la va a hacer feliz.
 Pero a mí sí. Porque si logro superar esto, mi amor por él, el amor que nos tenemos va a ser más (mucho más) fuerte.
  Y nuestra venganza va a llegar junto con nuestro premio: ser felices.
 
  Ladran Sancho, señal de que cabalgamos.
  Ladran. Tienen miedo.
 Algo bien debemos estar haciendo.

lunes, 13 de marzo de 2017



¿Porque tienes que ser tan cruel? 
 Algún día, nosotros vamos a ser felices, muy felices. Porque durante todo este tiempo, nos preocupamos por construir eso: felicidad.
 ¿Y vos? Vos solo vas a ser cruel. Porque eso es lo único que te preocupo construir.

lunes, 6 de marzo de 2017

Razones

  Yo tenía una buena vida, una vida normal. Una de esas que el resto ve como feliz. La verdad es que no puedo asegurar que yo también la sintiera así, más que nada porque me gusta pensar que la felicidad es algo más que no sufrir.
  En aquel momento, yo no sufría. Y después de haber sufrido tanto por tanto tiempo, supongo que confundí el no sufrir, con ser feliz.
  Había empezado a estudiar lo que me gustaba, salía todos los fines de semana y tenia amigas fieles a la causa, con las que reír y escabiar era fácil. Me empezó a gustar la cerveza (gracias a dios) y el único problema era no saber que ropa me iba a poner. Me gustaba un idiota, uno de esos que no me daba mucho bola, y con el que peleaba cada fin de semana pero por el que no se me movía ni un pelo.
  No sufría. No lloraba. Casi que ni siquiera sentía. Y ese era el problema: no sentía nada. Ni bueno, ni malo. Nadie me interesaba lo suficiente como para involucrarme. Estaba tan vacía que salir y tomar en exceso era lo único que existía para mí.
  Y de un día para otro el universo completo se me puso patas para arriba.
  El día que lo conocí, yo era una idiota. Y es increíble como alguien que no era nada en mi vida, pudo llegar a hacerme sentir que volvía a ser yo. Me sentí otra vez plena como cuando tenía 10 años y era feliz jugando a la mancha. Me sentí como hacía mucho no me sentía. Y me dio tanto miedo.  Porque sentir implicaba ser feliz, pero también triste. Y enojada, y decepcionada. Sentir felicidad, abre la puerta al sufrimiento también.
  Y lo alejé. Una y mil veces. Lo empujaba lejos, esperando que se desapareciera, esperando que todos los sentimientos que venían con él también desaparecieran. Pero el que no se alejó fue él. Y cuanto se lo agradezco.
  Y que kilombo que es mi vida desde que llegó.
  Me dió vuelta todo. Se llevó todo lo malo, y trajo la primavera otra vez. Me hizo volver a creer. En él, en el amor, en las personas, en la vida, en la felicidad. Me hizo creer otra vez que cosas buenas podían pasarme. Que alguien bueno se iba a quedar al lado mio a cuidarme, después de todo. Me hizo creer que lo merezco. Que merezco todo.
  Y me hizo reír genuinamente otra vez. Me hizo reírme a carcajadas. Tan pero tan fuerte. Hizo que me doliera la panza. Y los pies, por sacarme a bailar toda la noche.
  Me hizo linda la vida. Conocerlo, me salvó de sentirme vacía.
  Y eso solo en tres semanas. (Já, no lo esperaban, no?)
¿Todavía siguen sin entender porqué es que lo sigo bancando y esperando, después de tanto? Si todavía no lo entienden, es porque sentirlo es mejor. (Y mejor que esto no se los puedo explicar)
  Me salvó de la miserable vida a la que me encaminaba. Y saben qué? Mi forma de agradecérselo, es regalarle cada segundo de esta nueva vida, esta nueva yo, a la que no le importa ir corriendo atrás de la tormenta. Porque ningún marinero se hizo experto en un mar en calma.

viernes, 3 de marzo de 2017

No te conocí, te reconocí. Llevo años soñando contigo

Confiar en que el destino se desviste por tu aroma y aprender a encontrarnos en la diversidad, en el punto exacto donde se unen los extremos. En un punto nuevo, donde nada es tuyo, donde nada es mío, donde todo es nuestro. 

Encontrarnos. Una y otra vez, sin cansancio. Una y mil veces. Una y mil vidas. Encontrarte en medio de una existencia sin sentido a la que vuelvas cáos total. Encontrarte y que me des vuelta el universo mil veces más. Encontrarnos más allá del tiempo.