Un año. Hace un año recibía un último mensaje: "que lindo fue cruzarte". Y para cuando mi respuesta llegó, todo en realidad ya había pasado. La serie que habíamos empezado quedo estancada, despertarme con tus buenos días dejó de ser costumbre y las noches eternas lloraban. Hace un año yo cambiaba el saber que habías hecho en el día, por un frió y seco parte médico. Cambiaba la respuesta a mi "como estas?" de "bien y vos?" a "sigue estable". Hace un año perdía tus besos, tus consejos, tu manera de hacerme sentir segura.
Hace un año todo mi mundo se caía a pedazos en un solo segundo con simples palabras: "tuvo un accidente en la moto".
Lo primero fue la desesperación, el llanto, la angustia. El miedo irrefrenable a perderte. A no verte más. Llanto, a mares. Como nunca antes había existido en mí. Noches enteras sin poder dormir preguntándome que era lo que debía hacer. Preguntándo porqué a mi. Preguntando a la nada porque a nosotros.
La angustia empezó a mezclarse con la esperanza poco después, y yo empezaba a caminar (a levantarme) a ser valiente. Y aunque me sentía perdida y sin rumbo, todos los caminos conducían a vos. El valor apareció vaya a saber uno de donde, y el miedo tuvo que hacerse a un lado. Todas las voces de mi cabeza que me gritaban una y mil veces lo poco que te conocía, lo estúpido que era sentirme mal, y las mil posibilidades con las que me podía encontrar al descubrir que significaba para vos, tuvieron que callarse. Mis dudas tuvieron que hacerse a un lado, porque era el amor que sentía el que se estaba abriendo paso. Y no, no lo puedo explicar, pero te quería tanto que seguir llorando en mi cama sola en el anonimato no parecía ser opción.
Me tomé un micro, caminé unas tres cuadras, subí dos escaleras y casi sin saber como me encontré en una terapia intensiva rodeada de desconocidos. Los nervios me comían el estomago como pirañas, y pensé en salir corriendo porque la inseguridad me estaba alcanzando. No sabía que lugar ocupaba en tu vida, no sabía si me querías ahí, no sabía como presentarme ni que decir. No sabía que tanto iba a doler descubrir que yo era para vos una más. Quería correr lejos, escaparme, esconderme. Pretender que nada de todo esto había sucedido. ¿Y sabes qué? Si corrí... pero en tu dirección. "Soy una amiga". Nudo en la garganta, alcohol en gel en las manos, y valor, mucho pero mucho valor. Coraje. Caminé a donde estabas y justo cuando pensaba que nada podía ser peor, me choqué con tus ojos. Todo al rededor de ellos era caos, pero aún así seguían igual de azules que la primera vez que los vi. Te di la mano, y la apretaste. Y todo el dolor pareció abandonar mi cuerpo por unos segundos.
Una vez que puse un pie en la calle un mar de lagrimas me inundó, y yo entendí que había una sola cosa que quería hacer en el mundo, y era acompañarte. Siempre. Pasara lo que pasara. Quería estar al lado tuyo en cada paso, en cada momento. Quería volver a verte de pie, te tomara el tiempo que te tomara. "Vamos a salir de esta" te dije.
Un mes después te alejaste 108 km. Y la ciudad Belén de Escobar se hizo moneda corriente. El valor otra vez fue necesario: para tomarme 4 micros en un viaje de 8 hs o manejar sola por una autopista para poder verte. Y los miedos una vez más tuvieron que hacerse a un lado, para que las tarde llenas de largas caminatas y Dread mar i sonando una y otra vez pudieran pasar. Hay algo que nunca voy a poder arrancar de mí y es el olor que había en los pasillos de ese nuevo lugar. Donde te vi progresar tanto. Donde te pusiste de pie, caminaste para después correr. Donde volví a sentir tu abrazo. Donde me dijiste te amo. Pasé primavera, verano y otoño recorriendo esos pasillos con vos. A veces de tu mano, otras sin que me registraras siquiera. A las patadas, o llenos de amor. Pero los recorrimos, los transcurrimos, los pasamos y sobrepasamos. Y para cuando volviste a nuestra ciudad, todo parecía ir de maravilla. No eran visitas de una vez por mes, sino de cada semana. De tardes completas. Pintando mandalas. Dibujando hojas en blanco, llenándolas de color, hablando solo con la mirada. Escuchando al Indio, a Dread, pero también a Pablito Lescano. Riendo a carcajadas con tus locuras, tus berrinches, tus enojos. Bailando juntos, burlándonos de las estúpidas circunstancias. Y todo parecía ir encaminado... pero entonces fue cuando yo me perdí. Perdí mi valor, y mi fuerza. (Y casi te solté la mano). "Ya no puedo ser fuerte por lo dos" te dije para luego desaparecer por todo un mes. Un mes completo en el que la angustia me arrastraba por el piso, me abrazaba, me levantaba y me empujaba a la vez. Un mes para entender que por más de que quisiera, no podía cambiar nada de lo que había pasado. Para ver, sentir en carne propia que esto era lo que nos tocaba vivir. Y creí que la solución era dejar de verte, que quizá así la angustia iba a desaparecer, se iba a hacer humo. Pero el llanto nunca dejó de venir a buscarme por las noches, y ahora también me buscaba durante el día. Y cuando estaba a punto de caer en un pozo hondo y profundo, verte a los ojos me trajo de vuelta.
Tan azules. Tan transparentes. Trasmitiéndome tanto amor. Por favor, nunca dejes de mirarme de esa manera. Nunca. Por que se me llena el mundo de color. Volví a verte, volvimos a una tarde llena de risas y complicidades. Y casi me derrito de tanto amor.
Por eso me levanto todos los días y afronto el mundo. Eso lo que intento rescatar cada día. Podría enojarme, llorar, gritar y patalear. Podría preguntar porque a mi, porque a nosotros, y tirar todo por la borda. Sentirme otra vez vacía, desecha, deprimida. Podría sentarme a recordar todo lo lindo que era el mundo antes de tu accidente y ahogarme en lagrimas cada día por el resto de mi vida.
Podría rendirme al dolor, o podría simplemente disfrutar del instante feliz en el que llego y veo como la cara se te ilumina al verme. Disfrutar de tu sonrisa, y agradecer que hace un año no me abandonaras para siempre. Agradecer que fui capaz de vencer mis miedos y entrar a esa terapia para mirarte a los ojos y sostener tu mano por 10 minutos. Agradecer que a pesar de todo si miro para el costado, seguís estando justo al lado mio. Tomándome de la mano.
Fue un año muy pero muy duro. Fue demasiado agotador, demasiado sufrido. Demasiado crudo. Fue un año duro, si. Pero al fin y al cabo, fue también un año juntos, codo a codo como te lo prometí aquella vez. Vos dale para adelante, que yo te sostengo, yo te doy mi fuerza, yo te mantengo vivo. Te prometo que con cada respiración que des vas a sentir que valió la pena, que todo valió la pena.
Te adoro, como no puedo ni siquiera explicarte. Y espero que a pesar de todo hoy, seas feliz. (Yo lo soy, solo por saber que existís) Disfruto de saber que sos real, de que después de haber sufrido tanto, al menos ahora estamos un poco más cerca de eso que parecía tan lejano. Gracias una vez más por elegir pelearla.
{brillaba en la tormenta, y sonreía: y acá me ves todavía.} alladotuyosiempremevasaencontrar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario