Lo difícil que será el sentarme a esperar que los días pasen.
Ya ni siquiera sé que es lo que quiero escribir. Escribí tanto y sobre tantas cosas con relación a vos que me parece que se me terminaron las palabras. Pero no, con vos siempre hay más. De algún lugar surge otra vez la necesidad irremediable de hablarte, decirte, contarte sin que nunca llegues a saberlo en realidad.
Que te extraño es ser repetitiva. Pero ahora eso es diferente, más complejo, mucho pero mucho más difícil. Me estoy consumiendo a mi misma para no ceder a mis propias súplicas e ir a verte. Y es complicado porque la que tiene el poder decisión soy yo misma. No encuentro la forma de llevar adelante todo esto sin hundirme en el dolor.
Podría ir. Podría verte. Podría sacarme las ganas, y dejar (por lo menos por un rato) de extrañarte. Pero no puedo. Simplemente porque esto dejó de ser sano hace mucho. Y sé que vos no tenés ni idea pero es horrible no poder compartir todo eso que querés con la persona que amas. Entonces verte se volvió sufrimiento al igual que no verte. Sufrimiento porque todo eso que yo quería compartir con vos (y solo con vos) lo tuve que tirar al tacho. Me lo tuve que tragar, olvidarmelo. Y no puedo, intento y no puedo. Volves a mi cabeza una y otra y otra vez. Escucho tu voz en los estúpidos audios de whatsapp, releo conversaciones y me acuerdo de como me tratabas, de todo lo lindo que era pasar el rato con vos y te juro que me desmorono.
Fueron demasiados meses amor, pasaron demasiadas cosas. Y aunque me quiera alejar, apareces a cada rato en un recuerdo a decirme una vez más que como vos no hay dos. Me siento tan tironeada. Quiero que el tiempo vuele. Quiero que te reconstruyas y me vengas a buscar. Te quiero esperar. Te quiero conmigo.
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