miércoles, 14 de diciembre de 2016

SOMEBODY TU LOVE

  Alguien a quien amar, eso es lo que yo siempre pedía. No alguien que me ame, sino alguien a quien pudiera darle mi amor. Es loco, no? Yo creo que tiene que ver con que gente que me ame al rededor tuve siempre. Lo que yo quería era un amor en serio, como el de las películas. Pero no por como sucede en las películas, sino por como lo sienten en ellas. Como si fuera único. El único que valía la pena a lo largo de la vida de los protagonistas, el único importante, el único que hace valer el hecho de que todos los anteriores no hayan funcionado.
  Yo quería un amor, lleno de amor. Lleno de esa magia de mirar a los ojos a alguien y encontrar todo el universo en esa persona. Y ahora lo entiendo.
  Fui escuchada, y ese amor llegó para mi. Un amor tan puro que ni siquiera soy capaz de describirlo porque explicarlo lo arruinaría. Porque sentirlo es mejor.
  Y es entonces cuando freno un segundo el quilombo que es mi vida y me pregunto: Esto es acaso lo que todos piden? Todos quieren (o alguna vez quisieron) alguien a quien amar. Todos rogamos en algún momento en nuestras horas tristes por alguien que llegara a llenar de luz el barro oscuro en el que nos encontrábamos. Si, efectivamente todos queremos un gran amor. Pero la verdadera preguntar es ¿cuanto estamos dispuestos a dejar por ese amor? 
  Hoy me di cuenta de que ese gran amor único, es para cualquiera. Que cualquier persona en el mundo lo puede tener, que a cualquiera le puede llegar y que verdaderamente a cualquiera le llega. La diferencia entre aquellos a los que les llega y aquellos que lo conservan es simplemente cuanto están dispuestos a dejar por ese amor.
  Nadie dijo que iba a ser fácil. Nadie dijo que siempre iba a ser feliz. Las lagrimas existen, al igual que la tristeza, y se crearon para valorar lo hermosa que es la felicidad. Porque sin nubes, no se valora lo hermoso de un cielo despejado.
Nadie dijo que iba a ser fácil. Y es que los grandes amores, son grandes por todo lo que implican. Son grandes porque hay que salir a pelear por ellos. Hay que ser fuertes y valientes.
  Hay que romperse el hocico y el corazón, y dejar todo en la cancha. Sudor y lágrimas. Día a día. Un gran amor solo requiere de una cosa: que seamos capaces de jugarnos el corazón.

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