Siempre fui muy influenciable, y al mismo tiempo la que te lleva la contra en cualquier discusión. Soy contradicción pura. Y todo en mi es contradicción.
No quiero planear ni planificar, pero me sale de adentro. Ser espontanea no parece una opción, y ser impulsiva menos. Pero no soy ni fría ni calculadora, no. La base de todo son los miedos: no puedo dejar de pensar en las miles de posibilidades (buenas o malas).
Que pasa si yo me engancho y el no, si el si pero yo no, si los dos pero no dura porque nos aburrimos, si dura pero no demasiado tiempo... si no logro ser feliz.
Intento llevar a cabo una filosofía de vida diferente, y decirme a mi misma ¡DEJA DE PENSAR! pero a veces es tan pero tannn difícil apagar mi cerebro.
Hoy estoy llena de dudas, pero el miedo y las ganas de frenar acá no parecen aparecer. Dudas porque no sé cuanto va a durar esto, ni como va a resultar, pero segura porqué se que quiero que suceda. ¿Contradictorio? Si, igual que yo lo soy.
Yo estaba bien hasta que abrí la boca, y empecé a hablar. Contarle a otras personas lo que me pasa es igual a después tener que escuchar su opinión al respecto... y cuando esta es negativa, a mi me afecta demasiado. (Al igual que me entusiasma cuando es positiva)
Quiero dejar de pensar que lo que otros creen sobre algo es la verdad absoluta que debo tomar para mi vida y mis decisiones. Quiero ir viendo que pasa, y que opino yo al respecto. Y dejarme llevar por lo que creo y siento que tengo que hacer. Tomar mis propias decisiones en base a mis propias ideas y opiniones. Y tal vez equivocarme, pero que sean mis propias equivocaciones.
Ya ni sé lo que escribo y empiezo a divagar. De lo único que estoy segura es de que me gusta, y que la paso bien con él. Entonces: ¿porque me tengo que sentar a pensar en las miles de posibilidades que nos esperan de acá en más? Callate, cerebro. ¡No te quiero escuchar!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario