martes, 22 de noviembre de 2022

Si no pongo un freno a mi mente, no estoy en presente

mi cuerpo no siente, estoy como ausente
    
    ¿Qué voy a hacer conmigo? Si no pongo un freno, voy a enloquecer. Quizá solo sea el fin de año, quizá sean las ganas de estar descansando de todo este cúmulo de emociones que fue el 2022. Que año, mamá. Parecía que venía siendo tranquilo y terminó arrollándome con tanta fuerza que no me reconozco. Me hizo papilla, ya no existo, no me encuentro. ¿Todo es cansancio? Si digo que no le estoy viendo salida al pozo, ¿solo estoy cansada o es algo más? ¿Es este sentir momentáneo o tengo que aceptar que quizá el estar cansada no es la verdadera razón?
    No me siento bien. Tengo semanas buenas y otras de terror, y sé que en el fondo todo se llama igual y todo responde a lo mismo, pero ¿es justo echarle todo el bardo a mi amiga que empieza con A? Ya no quiero nombrarla más porque no quiero que exista nunca más en mí. Si tan solo pudiera desarticular los mecanismos de defensa que mi mente creó y sentirme un poco más libre, o al menos sin tener las manos atadas, sin movimiento. 
    No me siento libre, porque no lo soy. Me siento cada día más presa de una enfermedad que no parece tener solución aparente. ¿No se soluciona? ¿Para siempre así va a sentirse estar en mi piel? Porque entonces ya no me está gustando. Habitar mi piel se volvió tan difícil que todo el cansancio que siento no tiene tanto que ver con la etapa del año sino con que me esfuerzo un montonazo cada día para que esto no me suceda. Y a cambio solo logro apaciguar un poco los síntomas, que el resto del mundo me vea bien mientras yo adentro me rompo en pedazos.
    Llevo un parásito dentro que se alimenta de cada una de mis inseguridades, pero sin hacerlas desaparecer. Se alimenta y eso lo vuelve (y las vuelve) más grandes. Entonces cualquier risa lejana de esas personas que están cerca se vuelven leña para el fuego, y alimenta ese miedo constante a que se estén riendo de mí. De lo que soy, de lo que tengo puesto, de como pienso o como hablo. De como me muevo, de las decisiones que tomo, de toda mi persona completa. 
    Miedo a que quienes me aman un día dejen de querer cargar con el peso de soportarme. Tan inestable, tan sensible, tan pero tan triste como me siento. 
    
    A veces puedo sin embargo concentrarme en aquellas cosas bonitas que me suceden. En esa chica en el almacén que fue amable y me sonrío al pasar. En ese compa de laburo que me ayudó con algo que no podía resolver. En mi amor abrazándome fuerte, jurando que nada cambió. En mis amigas prometiendo que todo algún día mejora. ¿Mejorará? 
     No es que no tenga cosas para ser feliz, así que eso lo vuelve peor. ¿Todo esto lindo tengo y aún así me siento tan mal? Aún así, porque la realidad no es lo que pasa realmente sino lo que nosotros recibimos de eso, lo que interpretamos... y mis interpretaciones logran dejarme tirada hecha un ovillito sin querer salir de casa. Sin querer ver a nadie porque todos me pueden lastimar, sin querer aprender cosas nuevas porque me puedo equivocar, sin arriesgar en lo más mínimo porque tengo tanto miedo que me siento paralizada. ¿Qué es lo que le pasa a mi cerebro que me siento tan incapacitada de sentir felicidad? 
    Me están pasando tantas cosas tan lindas por las que tendría que estar tan feliz que me siento culpable de sentirme destrozada. Me culpo por no poder ser feliz, por siempre estar previendo lo peor, por poner el foco en lo que me lastima. ¿Por qué? ¿Por qué tiene que pasarme? La más silenciosa y mordaz, la que me deja con la lengua amordazada, sin poder hablar. La que me deja sin aire y con temblores. La que a veces no me deja levantarme de la cama por que el cuerpo, los pensamientos, la vida, todo
me pesa. 

    Maldita, A.
                

sábado, 10 de septiembre de 2022

vomito verbal nocturno

    Estaba estudiando pero me dieron unas ganas muy grandes de escribir como lo hacía antes, por pura diversión, por pasar el rato, para archivar un nuevo casi libro que jamás verá unos ojos que no sean los míos. Uf, que poeta. 

    Ultimamente me siento tan cómoda conmigo misma que ya casi no tengo quejas que venir a poner en este espacio que siempre fue mi mayor descarga de frustrasiones. En algún tiempo creí que siendo feliz ya no podía ser creativa, que nada profundo llegaba, y después de mucho andar creo que al fín comprendo. 

    Innegable es que conocí las profundidades de la pérdida, el dolor, el vacío y la tristeza. Llegué profundo, más de lo que hubiera deseado. Y aún no puedo deducir cual fue exactamente el evento que me empujó al pozo cuando en realidad creo que fue una constante caída libre. Golpe duro, como cuando la espalda se encuentra por fín con el suelo húmedo y los pulpones expulsan hacia afuera todo el aire. Sonido seco. Recuerdo haberme hecho un bollito y llorado largas y amargas noches. Me dolía esa amiga, me dolía la adolesencia, me dolía sentirme sola estando rodeada de gente. Siempre me sentí sola. Lloré por lo perdido y por lo anhelado, lo que algún día, capaz, en una de esas... Y fue una seguidilla dura eh, sentí como me pegaban de todos lados y como todo era demasiado para alguien de 19 años. Faaaa amigo, 19 años. Era tan pequeña para haber lidiado con tanto. 

   Pero gracia' a lo que sea que nos puso en este lugar una ley universal del tiempo es que nada dura para siempre. Ni lo bueno, ni lo malo. Y con el mundo girando sin detenerse eventualmente el sol salió cada día y yo arrastré los pies con mis manos para no detenerme, quedarme, estancarme. La profundidad me había regalado la inmensidad que solo proporciona el conocimiento: ahora lo sabía, sabía lo profundo del dolor. Lo complejo de la pérdida. Lo crudo del vacío y la soledad. Aún hoy lo sé. Cuando estuviste ahí es imposible olvidarte de la marca que te dejó. (Para bien y para mal). 

    Lo que siguió fue el renaser y con él la nueva batalla: ¿y quien mierda se supone que soy? No soy la que era antes de la tristeza. Tampoco soy mi tristeza, ni las heridas que ella me hizo. ¿Qué, cómo, quién soy? Es gracioso como la respuesta estaba tan cerca que no podía verla con claridad. Y me costó dos años más de deambular perdida entender que se necesita un coraje muy grande para enfrentar lo que soy. Por que claro, toda aquella tristeza había calado tan hondo que me había mostrado una a una todas mis miserias. Todas esas partes a donde no llega el reflector, esas que escondo, las que no me gustan. No quise, y me enredé en pensar que podía recrear un papel sobre quien era yo. Uno que se basó principalente en gustar(les) a todxs. Yo sólo quería dejar de sentirme tan sola. Y como encontré dolor también encontré amor. Y compañerismo. Amistades que aún hoy conservo con mucho cariño. Y otras que se fueron en algún momento (y eso estuvo bien). 

    Empecé a ser "feliz". Tenía lo que había anhelado en mis días de profunda tristeza. Tenía un grupo grande de amigos que veía cada fin de semana. Tenía una relación con un chico lindo y bueno. Me recibía de la carrera que había estudiado por 5 años. Tenía el pelo siempre perfectamente planchado. Tenía plata para comprarme ropa y salir todo lo que se me antojara. Lo tenía todo y no tenía nada por que las cortinas de humo en realidad no se pueden tocar. Creía que escribir sobre ser feliz era imposible para mi por que cada vez que lo intentaba, la inspiración jamás llegaba. Leía mis escritos sobre amor a mi novio, o lo feliz que era de estudiar lo que estudiaba, o sobre mis proyectos y no se me movía un pelo. Era como leer una descripción nutricional del paquete de galletitas: chato, vacío, de reluciente plástico. Le faltaba algo y no me daba cuenta qué: le faltaba profundidad. 

    Hoy pienso a mi felicidad como un estado que desconozco completamente y descubro a cada paso. Existen profundidades en ser feliz que aún no se presentaron ante mí. 

    Finalmente me conocí y me gusté. Dando un giro 180 con mis proyectos de vida, dedicandome a lo que iba a ser sólo un hobby. Descubriendo pasiones que no sabía que tenía, cayendo en cuenta de lo real, tangible que puede ser todo. Las sensaciones en la piel, los sabores en la garganta. Lo placentero y lo que no tanto. Sin planificarlo para que les guste a los demás. Dejando que llegue lo que me apetece a mí. Solo a mí. Sin juzgar tales con los ojos de a quienes les caigo mal. Y entonces lo supe: nunca pude escribir sobre felicidad porque no conocía sus matices, sus colores, su profundidad. Hoy no hay nada que anhele en el frío espacio de mi habitación con la luz apagada porque todo lo convierto en metas sobre el escritorio bien iluminado. La ropa que me pongo me hace sentir fuerte y hermosa. El corte de pelo que tengo explora y expresa mi esencia. Por fín todo concuerda con lo que soy, con lo que siento adentro que realmente vibra conmigo. Por una vez y para siempre me conocí en todo explendor. Con lo hondo de la tristeza, con lo brillante de la alegría. Con mis partes bonitas y relucientes, y con el contrapeso de ello. Con todo. 


martes, 16 de agosto de 2022

16 de agosto

 Siete años pasaron. 
Ya no respiro llanto ni nostalgia. 
Me alegra el corazón saber que ahora estás bien. 
Se cumplen 7 y siempre arriba.
Te quiero mucho. 
Yo también. 
, amiga. 


miércoles, 27 de julio de 2022


cada día es más difícil
según crece mi poder
algo hay en mi interior que quiere ir
mucho más allá 

martes, 26 de julio de 2022

     Tengo la mala costumbre de entrar a chusmear que dice de mí alguien que me consta que no le caigo bien. ¿Por qué lo hago? No sé, me gusta que me quieran, supongo. O quizá siempre me bardearon tanto por prejuicio que me volví un poco adicta. A veces los leo y me cago de risa porque en twitter hay muchas formas muy graciosas de bardear a alguien. Graciosas y creativas. 

    Y la verdad es que no sé bien si extraño a esa amiga que ya no es amiga (y que encima se caga de risa de mí) o si entro cada tanto a ver que tal su vida para volver a demostrarme por qué tomé la decisión que tomé. O quizá solo entro por que quizá en una de esas descubro que me equivoqué, o que cambiaron las cosas, o andá a saber que ando buscando... 

    Extraño la idea que me había hecho de vos, amiga. Porque para mí realmente lo eras. 

martes, 19 de julio de 2022

hoy

 Hace poco leí por ahí que lo que hagamos esta semana (debido a que no sé qué astros estan en conjunción en el cielo) es una determinación de lo que esperamos de los próximos 6 meses. Es decir, lo que entendí es más o menos así: tiene que ver con nuestro comportamiento, por tanto es un momento clave para cortar con los comportamientos que tenemos y no nos gustan de forma definitiva y, a su vez, es un buen momento para comenzar con aquellos que no tenemos pero que nos gustarían. Fuerte. La verdad es que hace rato vengo con uno de esos comportamientos un tanto impulsivo maniático que me quiero sacar de encima y que no pude. Es como mi droga de cabecera, por más que tuve temporadas de sobriedad cada tanto el vicio ataca y yo termino cuasi internada otra vez. 

¿Alguna vez stackeaste? Yo soy la fuking ama. Encuentro lo que sea y de la forma que sea. Rompí los límites de la moral y llegué lejos pero LEJOS. Bajo métodos bastante reprochables de cualquier punto de vista vendí mi alma la diablo y obtuve a cambio información que no me sumaba en lo más mínimo pero que me hacía sentir en extremo poderosa. Es difícil explicarlo a quien no lo vive, pero si lo viviste estoy segura de que me entendiste perfecto. Te sentís enloquecer y no te importa. Sabés que cada paso que das te hunde más en el barro y aún así seguís avanzando porque lo que parecía una simple miradita a ver que onda termina en una orgía de información íntima y personal sobre alguien que en realidad tan bien no te cae y que te genera más inseguridades que empoderamiento. 

Bueno, puede que esto último sea mi mirada personal. A mí me afecta el autoestima. Lejos de la sensación de poder lo que realmente sucede es que terminada la stalckeada tengo un montón de data sobre cosas con las que ahora me puedo comparar. Que opina sobre cada cosa, que viajes hace, con que frecuencia postea, que tan linda/fea sale en sus fotos, que corte de pelo se hizo, que música escucha, que instrumento toca, a que lugares sale, cómo se divierte, cómo es su cuerpo, cuantos me gusta tiene, que cosas le comentan sus seguidores, y montón de etc más por que la lista es larga y aburrida. 

De eso quiero deshacerme, de mi necesidad de comparación. Quiero dejar atrás las ganas que siento de ver que hizo, con quien y en qué lugar. Quizá para ello necesite llegar a la raiz de por qué lo hago y por ello aún no me deshago del mal hábito... o quizá simplemente es un hábito arraigado y como tal me costará muchas recaídas salir de él. Lo cierto es que el pasado me llama a la puerta a cada rato y yo me enredo cada tanto con esa parte de mí que fué y ya no es pero que cada tanto reaparece y me tortura. 

Y entre otras noticias que a nadie le importan: soñé con vos. No sé si lees esto alguna vez pero si lo haces quiero contarte que soñé que una angustia insoportable te torturaba, y en el sueño yo te abrazaba hasta que estabas mejor. Y aunque no estoy dispuesta a mandarte un mensaje para preguntarte cómo estás... de corazón espero que estés bien.