domingo, 19 de julio de 2020

Que loco, ¿no? Hace un par de semanas hubiera jurado que no era para tanto. Y quizá debería escribir esto con un poco más de metáfora y no tanta literalidad, por que los domingos me ponen sensible y exageran lo que siento, aunque puede ser también que sólo los domingos me animo a sentir.
  Hace bastante que me propuse que mi vida personal y lo que la rodea sea lo más silenciosa posible. Que nadie sepa, que nadie opine, que nadie pueda romper. Y quizá otra vez debería usar metáforas que no permitieran que nadie meta sus narices en mi felicidad pero hoy no quiero ni me sale. Es domingo y quizá mañana con el lunes lo que siento se aplaque, cambie o me abandone, pero aún así quiero guardarlo en este pedazito de hoja.
  Puede que la literalidad se deba a que no logro encontrar una analogía que describa completamente lo que estoy sintiendo. Lo que me pasa cuando me pongo mi remera y tiene tu olor porque anoche me abrazaste fuerte para dormir. Escuché como mi propia voz te pedía que te quedaras un poco más, y como también esa misma se callaba todo lo que mi cabeza no dejaba de repetir. Que me gustás, que me encantás, que quizá esto se me está yendo de las manos (y disfruto que así sea).
  Tengo constantemente ganas de colgarme de tu cuello, abrazarte fuerte, darte un beso en frente de todos. ¿Está bien? ¿cual es el límite? ¿existe límite?
   ¿Son necesarias las preguntas cuando en el silencio nos entendemos tan bien?
   Te fuiste y dormí la siesta pensando en lo lindo que sos. En como me gusta tu sonrisa y en la cantidad de cosas que haría para verla siempre en frente de la mía. ¿Es demasiado? Soñé con una playa en la que la sal del mar nos resecaba la piel que brillaba con el sol. Y con tus abrazos, con vos levantando mis pies del suelo en un beso. Con vos haciéndome sentir esa mezcla de emoción y nervios en la panza.
  No dejes de venir, por favor. No dejes nunca de sonreírme, de reírte a carcajadas conmigo. Abrazarme y traerme chocolates. Compartirme música que no conozco, tirarte a la cama conmigo a escuchar la que ya conocemos y nos gusta. Por favor, no te espantes con mis cambios, con mis bardos, con el quilombo que a veces (sé) que soy.
  Me gustás tanto que no soy capaz de decírtelo, y prefiero que lo leas por casualidad acá.
  Me gustás tanto pero tanto.
  ¿Te querés casar conmigo?

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