lunes, 20 de noviembre de 2017

Y lo quiero intentar aunque deba llorarte después
el mundo sabrá que te quiero, tengo que gritarlo otra vez. 

  Estoy tan llena de sentimientos lindos que no parece haber lugar para las dudas y los miedos. No me lo puedo creer. Me siento tan bien, tan feliz, tan llena de energía que lo quiero gritar a los cuatro vientos y que todos se enteren. Y a la vez, no necesito hacerlo. Me alcanza con sentirlo.
  Hace dos meses el mundo se me venía abajo. Hoy siento que día a día lo reconstruyo un poco más. Porque efectivamente se me vino abajo, y no me quedó nada. O en realidad creo que yo fui quien decidió que quería derrumbarlo.
  No me gustaba donde me encontraba, todo lo que tenía alrededor se había teñido de un color oscuro que me hacía doler. Un día me cansé y lo tiré abajo. Todavía no entiendo de donde saqué el valor para hacer semejante cosa, pero me alegra mucho haberlo hecho. Me quedé en la nada, en el polvo, en cenizas. Y pensé que no iba a sobrevivir, pero acá estoy. Quién diría, ¿no?
  Quien diría que iba a lograr sentirme así, que iba a poder limpiar los escombros y volver a poner ladrillo sobre ladrillo de un nuevo mundo. Uno que me hace feliz.

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