Fin de semana.
El fin de algo.
Y el comienzo de algo nuevo.
Porque la vida es un ciclo, y la mayoría de las veces que algo termina da lugar a que algo nuevo comience. Como ese 23 de septiembre que todo terminó y se llevó una parte de mí con él, una parte que ya no me servía ni gustaba.
Claro está que cambios tan grandes no se dan en un día. Tampoco en dos. No es cosa de un fín de semana. Quizá es cosas de meses y meses de proceso. De día a día ir formulando mejor esa idea que te está dando vueltas. Pero lo que es cierto es que un día te despertás y todo se materializa. Ese día, no fue el día que todo llegó a su fín, sino el día en el que te diste cuenta que hacía rato que las cosas habían terminado.
Y para empezar es lo mismo, para arreglar, para aceptar, para perdonar. Para enamorarse. Nada sucede en un solo día, pero si existe ese glorioso día en qué te das cuenta, te cae la ficha y ya no hay vuelta atrás.
Fin de semana, comienzo de vacaciones, alegría hermosa.
Sol. Pileta. Amigos. Volver a ser los de antes, y recuperar el grupo hermoso que eramos y que creía que había desaparecido.
Cama. Tele. Chocolate. Amor. Dormirme abrazada, despertarme con un beso. Sentir su respiración en mi nuca.
Este fin de semana me devolvió todo lo que pensé que había perdido este año. La sonrisa, y la felicidad. O capaz no, capaz es algo que fue volviendo de a poco desde ese día que puse fín a todo lo que me hacía mal, y en este finde se hizo visible.
Soy feliz. Así, sin peros. Sin vueltas. Sin culpas.
Soy feliz y lo quiero gritar.
lunes, 27 de noviembre de 2017
lunes, 20 de noviembre de 2017
Y lo quiero intentar aunque deba llorarte después
el mundo sabrá que te quiero, tengo que gritarlo otra vez.
Estoy tan llena de sentimientos lindos que no parece haber lugar para las dudas y los miedos. No me lo puedo creer. Me siento tan bien, tan feliz, tan llena de energía que lo quiero gritar a los cuatro vientos y que todos se enteren. Y a la vez, no necesito hacerlo. Me alcanza con sentirlo.
Hace dos meses el mundo se me venía abajo. Hoy siento que día a día lo reconstruyo un poco más. Porque efectivamente se me vino abajo, y no me quedó nada. O en realidad creo que yo fui quien decidió que quería derrumbarlo.
No me gustaba donde me encontraba, todo lo que tenía alrededor se había teñido de un color oscuro que me hacía doler. Un día me cansé y lo tiré abajo. Todavía no entiendo de donde saqué el valor para hacer semejante cosa, pero me alegra mucho haberlo hecho. Me quedé en la nada, en el polvo, en cenizas. Y pensé que no iba a sobrevivir, pero acá estoy. Quién diría, ¿no?
Quien diría que iba a lograr sentirme así, que iba a poder limpiar los escombros y volver a poner ladrillo sobre ladrillo de un nuevo mundo. Uno que me hace feliz.
el mundo sabrá que te quiero, tengo que gritarlo otra vez.
Estoy tan llena de sentimientos lindos que no parece haber lugar para las dudas y los miedos. No me lo puedo creer. Me siento tan bien, tan feliz, tan llena de energía que lo quiero gritar a los cuatro vientos y que todos se enteren. Y a la vez, no necesito hacerlo. Me alcanza con sentirlo.
Hace dos meses el mundo se me venía abajo. Hoy siento que día a día lo reconstruyo un poco más. Porque efectivamente se me vino abajo, y no me quedó nada. O en realidad creo que yo fui quien decidió que quería derrumbarlo.
No me gustaba donde me encontraba, todo lo que tenía alrededor se había teñido de un color oscuro que me hacía doler. Un día me cansé y lo tiré abajo. Todavía no entiendo de donde saqué el valor para hacer semejante cosa, pero me alegra mucho haberlo hecho. Me quedé en la nada, en el polvo, en cenizas. Y pensé que no iba a sobrevivir, pero acá estoy. Quién diría, ¿no?
Quien diría que iba a lograr sentirme así, que iba a poder limpiar los escombros y volver a poner ladrillo sobre ladrillo de un nuevo mundo. Uno que me hace feliz.
jueves, 16 de noviembre de 2017
miércoles, 15 de noviembre de 2017
Estoy llorando otra vez.
Desde que conozco Casi Normales, la amo. No sólo me parece un musical de la puta madre, no sólo me gustan sus canciones, no sólo trasmite buenos mensajes. Desde que lo conozco me siento identificada. Me hizo llorar tanto pero tanto. Cada vez que sus canciones aparecen lloro porque me da una cachetada atrás de la otra, me vuelve a la realidad. Me llena de todo eso que me niego a ver.
Desde la primera vez que la vi me sentí identificada con la que sufre, la que se siente incomprendida, la que no puede más. Y hoy cuando volví a escucharla cantar me di cuenta que en realidad siempre fuí quien está parado en frente de ella. Ese que aguanta, soporta, el que sigue aunque no sabe bien porqué, el que prometió y sigue ahí firme creyendo que puede ahorrarle dolor a los demás. El que se niega a ver, el que dice "está todo bien", el que se muere porque todo esté bien. Pero que siempre está por fuera, porque no puede solucionar nada, porque el problema escapa a su alcance.
Lloré.
Me di cuenta que dejé de ser él. Dejé de serlo el día que decidí que no quería estar triste nunca más. Lloré porque sigo luchando contra todo eso que me quiere empujar al pozo, pero también lloré porque me siento más fuerte que nunca. Porque sé que puedo. Porque más allá de todo ya no me ciego, ya no digo está todo bien, ya no le esquivo al dolor. Lo miré de frente y le juré (me juré) que lo iba a sanar. Que iba a sanar porque me merezco sanar. Y porque no quiero estar triste nunca más.
Lloré porque me hice cargo de todo eso que estaba evitando hace tanto, y hoy me siento más lista que nunca. Hoy por fín me siento bien. Y hacia tanto que todo se sentía tan mal.
Y no puedo asegurar que la tristeza se fue. Pero sí que estoy mejor. Cada día. Todos los días. De a poco, pero siendo constante.
Algún día lo voy a lograr.
Uno de estos días me voy a despertar y todo va a dejar de doler. Y va a ser gracias a mí, a lo que luché para estar mejor. Y voy a estar orgullosa, y feliz. (al fín voy a ser feliz otra vez).
Desde que conozco Casi Normales, la amo. No sólo me parece un musical de la puta madre, no sólo me gustan sus canciones, no sólo trasmite buenos mensajes. Desde que lo conozco me siento identificada. Me hizo llorar tanto pero tanto. Cada vez que sus canciones aparecen lloro porque me da una cachetada atrás de la otra, me vuelve a la realidad. Me llena de todo eso que me niego a ver.
Desde la primera vez que la vi me sentí identificada con la que sufre, la que se siente incomprendida, la que no puede más. Y hoy cuando volví a escucharla cantar me di cuenta que en realidad siempre fuí quien está parado en frente de ella. Ese que aguanta, soporta, el que sigue aunque no sabe bien porqué, el que prometió y sigue ahí firme creyendo que puede ahorrarle dolor a los demás. El que se niega a ver, el que dice "está todo bien", el que se muere porque todo esté bien. Pero que siempre está por fuera, porque no puede solucionar nada, porque el problema escapa a su alcance.
Lloré.
Me di cuenta que dejé de ser él. Dejé de serlo el día que decidí que no quería estar triste nunca más. Lloré porque sigo luchando contra todo eso que me quiere empujar al pozo, pero también lloré porque me siento más fuerte que nunca. Porque sé que puedo. Porque más allá de todo ya no me ciego, ya no digo está todo bien, ya no le esquivo al dolor. Lo miré de frente y le juré (me juré) que lo iba a sanar. Que iba a sanar porque me merezco sanar. Y porque no quiero estar triste nunca más.
Lloré porque me hice cargo de todo eso que estaba evitando hace tanto, y hoy me siento más lista que nunca. Hoy por fín me siento bien. Y hacia tanto que todo se sentía tan mal.
Y no puedo asegurar que la tristeza se fue. Pero sí que estoy mejor. Cada día. Todos los días. De a poco, pero siendo constante.
Algún día lo voy a lograr.
Uno de estos días me voy a despertar y todo va a dejar de doler. Y va a ser gracias a mí, a lo que luché para estar mejor. Y voy a estar orgullosa, y feliz. (al fín voy a ser feliz otra vez).
jueves, 9 de noviembre de 2017
Para calibrar mis miedos
para envenenar de a poco mis recuerdos
para quererme un poquito y así quererte como quiero
para desintoxicarme del pasado.
Y si se apagan las luces
y si se enciende el infierno
y si me siento perdido se que tú estarás conmigo
con un beso de rescate.
Hoy tuve un día hermoso. Y ayer y antes de ayer también. Y no porque hayan sido perfectos, sino porque me demostraron que a pesar del kilombo, todavía me quedan razones para sonreír. Siempre hay razones para seguir, gracias al cielo.
para envenenar de a poco mis recuerdos
para quererme un poquito y así quererte como quiero
para desintoxicarme del pasado.
Y si se apagan las luces
y si se enciende el infierno
y si me siento perdido se que tú estarás conmigo
con un beso de rescate.
Hoy tuve un día hermoso. Y ayer y antes de ayer también. Y no porque hayan sido perfectos, sino porque me demostraron que a pesar del kilombo, todavía me quedan razones para sonreír. Siempre hay razones para seguir, gracias al cielo.
lunes, 6 de noviembre de 2017
Se trata siempre de empezar, si todo tiene su final.
Quiero dejar de ser la chica triste que soy.
La verdad es que no sé muy bien cuando me convertí en estoy que soy hoy, pero no me gusta ni un poco. Por eso ando enojada la mitad del tiempo, porque me da bronca (mucha bronca) no poder salir de esta rueda que me tiene atrapada hace tanto. Me cansé, quiero salir. Quiero dejar de creer que las heridas se curan con litros de alcohol. Quiero dejar de llorar por pavadas, quiero dejar de pensar que todo está mal. A la mierda con todo y todos, merezco lo mejor. Pero tengo que ir a buscarlo, ya lo sé. Porque la vida es así de conchuda (o sabia) y te obliga a ir a luchar por lo que querés.
Estaba cómoda diciendo "estoy mal" y llorando por los rincones. Porque tomar hasta perder la noción hace que te olvides de todo por un rato, pero la resaca después es peor. Y no hablo de la resaca que deja el alcohol, sino de la otra, la que te queda en la cabeza. El kilombo mental de no saber para donde ir. Me cansé de ser la que soy. Quiero volver a la entusiasta, divertida y simpática.
La que hace chistes a cada rato, se ríe a carcajadas y todos le dicen "loca". La que estando en pedo, es graciosa, y no triste. A la que no le importa nada. Quiero mi versión vieja, esa que no estaba rota. Y hoy me di cuenta que repetí tantas veces que lo estoy, que me la terminé creyendo. Lo repetí incansablemente, pero sin hacer nada para cambiarlo. A la mierda con la mierda. Merezco más que esto. Merezco mucho más.
Quiero volver a brillar. Pero por mí misma, porque lo valgo, porque lo merezco y porque lo necesito. Y porque sé que puedo. Puedo con todo, y más.
que nada está perdido si se tiene
por fín el valor de proclamar
que todo está perdido,
y hay que volver a empezar.
La verdad es que no sé muy bien cuando me convertí en estoy que soy hoy, pero no me gusta ni un poco. Por eso ando enojada la mitad del tiempo, porque me da bronca (mucha bronca) no poder salir de esta rueda que me tiene atrapada hace tanto. Me cansé, quiero salir. Quiero dejar de creer que las heridas se curan con litros de alcohol. Quiero dejar de llorar por pavadas, quiero dejar de pensar que todo está mal. A la mierda con todo y todos, merezco lo mejor. Pero tengo que ir a buscarlo, ya lo sé. Porque la vida es así de conchuda (o sabia) y te obliga a ir a luchar por lo que querés.
Estaba cómoda diciendo "estoy mal" y llorando por los rincones. Porque tomar hasta perder la noción hace que te olvides de todo por un rato, pero la resaca después es peor. Y no hablo de la resaca que deja el alcohol, sino de la otra, la que te queda en la cabeza. El kilombo mental de no saber para donde ir. Me cansé de ser la que soy. Quiero volver a la entusiasta, divertida y simpática.
La que hace chistes a cada rato, se ríe a carcajadas y todos le dicen "loca". La que estando en pedo, es graciosa, y no triste. A la que no le importa nada. Quiero mi versión vieja, esa que no estaba rota. Y hoy me di cuenta que repetí tantas veces que lo estoy, que me la terminé creyendo. Lo repetí incansablemente, pero sin hacer nada para cambiarlo. A la mierda con la mierda. Merezco más que esto. Merezco mucho más.
Quiero volver a brillar. Pero por mí misma, porque lo valgo, porque lo merezco y porque lo necesito. Y porque sé que puedo. Puedo con todo, y más.
que nada está perdido si se tiene
por fín el valor de proclamar
que todo está perdido,
y hay que volver a empezar.
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