jueves, 3 de agosto de 2017

Si seguís pensando tanto un día te va a explotar el cerebro.

   Yo debería estar leyendo Teorías del Arte y resumiendo fotocopias aburridas y pesadas para armar un parcial domiciliario para aprobar el puto cuatrimestre. Pero no tengo ganas.
   Hace rato que no tengo ganas de nada, ni de levantarme de la cama Me duele la cabeza y tengo náuseas a cada rato y como no creo mucho en que lo que le pasa al cuerpo sea algo puramente físico, hace rato también que creo que mi vida no me gusta tal y como está y que todo eso que me duele o molesta son en realidad todas las cosas que no me gustan pero que no me animo a cambiar.
  Y podría ser sólo miedo, pero en realidad tampoco sé del todo que es lo que no me gusta. ¿Mi carrera? ¿Los que me rodean? ¿Lo que hago? No sé como hacer para estar mejor, ni tengo idea de qué es lo que quiero cambiar pero cada vez que la idea llega se materializa en mi mente una sola imagen: El Bolsón. Quiero viajar, de eso estoy segura. Quiero irme lejos de todo y tirarme abajo de un árbol a ver como el viento mueve las hojas. Y tirarme al mar, nadar, saltar, jugar. Que las olas me revuelquen. Quiero rasparme los codos, quemarme con el sol y que me arda todo. Quiero que el viento me sorprenda cuando esté cayendo la tarde y me haga tiritar. Quiero gritar, quiero saltar en caída libre y abrazarme a mi misma. Quiero sentir. Más que nada en este mundo quiero sentir como lo hacía hace dos años. Con la fuerza de un huracán, con el corazón en la mano, con tanto adentro que era dificil de llevar. Quiero que sea demasiado, quiero que me arrace, me tumbe, me mueva, me cambie. Quiero reirme a carcajadas hasta que me duela la panza y llorar desconsoladamente. Quiero esos sentimiento genuinos que no te dejan pensar. Que te hacen salir corriendo a la terapia intensiva de un hospital sin pensar en que quizá ese pequeño acto te cambie la vida para siempre. Quiero dejar de pensar, quiero sentir. Quiero vivir al filo del abismo como lo hacía ese año, en el que todo era un kilombo, pero era hermoso. Era una cagada, y era lo mejor al mismo tiempo. Porque abrir la puerta a los sentimientos de tristeza abre también la puerta a los que te hacen llorar de emoción.
   Quiero volver al momento en que todo era genuino, puro, espontáneo. Cuando no dudaba, cuando actuaba siguiendo lo que me pasaba sin importar. Sin importarme nada. Me gustaría abandonar otra vez mi faceta de fría calculadora, y abrazarme a la que lleva el corazón tan cerca de la piel que todos los sentimientos están al alcance de la mano.
  Hoy los tengo que buscar a cada rato. Tengo que hacer un esfuerzo descomunal por apagar el cerebro y no dejar que se interponga en lo que realmente tengo ganas de hacer. Tengo ganas otra vez de que la locura de ir por todo aunque me pueda quedar en nada me atrape y me obligue a no escuchar las voces que repiten incansablemente no te arriesgues, algo puede salir mal. No vale la pena, estás bien así como estás. ¿Te vas a complicar la vida, justo ahora que estás bien? Te puede lastimar. Eso que querés te puede romper el corazón. ¿Otra vez querés llorar? 
   Por favor, basta. Me duele la cabeza de tanto pensar.

1 comentario:

  1. Que lindas palabras,como vos, como tu mirada... la más linda de todas las que miré !

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