En el medio de todo, algo logró quebrarse. No puedo explicarlo con exactitud pero... pero nunca volverá a ser igual, y es solo porque yo no soy capaz de volver a sentirlo igual.
Siempre me costó comprometerme. Y mi mamá (ingenua) siempre creyó que era por que yo amaba salir, divertirme y no tener que dar explicaciones. "Sos igual de libre que tu papá" me decía, siempre como una cualidad positiva, siempre como algo de lo que tenía que sentirme orgullosa.
Y por mucho tiempo, al igual que ella, yo me lo creí. Porque un poco de razón tiene, y porque creer eso siempre va a ser más sencillo que hacerse cargo de las verdaderas razones de la soledad.
Siempre me costó comprometerme. Y muy en el fondo de mí, siempre supe las razones. Las verdaderas razones. No era tenerle miedo al noviazgo, ni al compromiso, ni mucho menos tener que bancarme las escenas y planteos.
En el medio de todo, algo logró romperse en mi. Se me rompió el corazón.
El jueves, cuando ví lo que ví, se me hizo pedazos el corazón. Otra vez.
Y es increíble, porque no sentía algo así hacia demasiado tiempo.
Si, soy una persona muy independiente, y libre también, pero no es que me quede sola por no sacrificar tal independencia y libertad. Elijo permanecer sola porque de las veces que hice a un lado mi libertad por alguien, eso solo me rompió el corazón.
Y eso, exactamente eso que no sentía desde los 16 años, volvió a hacerse carne en mi piel el jueves.
Volví a sentirme estúpida, engañada, usada y humillada. Y como por arte de magia, todos mis viejos fantasmas retomaron su camino hacia mí. Ese jueves me abrazaron como hacía mucho no lo hacían. Me abrazaron y yo los dejé rozarme la piel. La tierna piel que a esta altura ya está toda cortajeada por gente que no me la supo cuidar. (Y esta es la parte en la que mis fantasmas susurran: ¡vos la tenes que cuidar!) Y esta es la parte en la que yo vuelvo a decidir que nadie nunca va a lograr volver a hacerme creer que puedo confiar.
Lo intenté, hoy intenté durante todo el día volver a ser la misma que era el miércoles. Pero quien sabe está condenado a sufrir, dice Borges, y yo simplemente no puedo olvidar. No puedo cerrar los ojos, porque ya los abrí, porque ya lo vi todo, porque el miedo que tengo no se va a ir más. Porque me conozco.
Siento que esto ya no tiene vuelta atrás, que no se puedo arreglar. Algo se quebró dentro de mí, algo que no puedo evitar.
La huída se acerca. El escape que siempre me mantuvo segura, alejada del terror que me dá sentir lo que estoy sintiendo.
No se trata de ser demasiado libre, sino demasiado miedosa.
No se trata de estar solo por no querer comprometerse, sino que estando solo, nadie puede dañarte. Ni jugar con tu corazón.
Se trata de escapar y esconderme. Se trata de ponerme a salvo, y permanecer sola y abrazada a mis fantasmas que no dejan de gritar que cualquiera y en cualquier momento me puede traicionar.
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