¿Alguna vez sintieron que alguien los mira con amor?
Guiño de ojo, y sonrisa. Ese era el sello característico de mi tío. Y siempre me lo dedicaba justo después de malcriarme, de darme ese chocolate que mamá no quería que coma o comprarme ese juguete que yo quería de manera caprichosa.
Sonrisa y abrazo.
"Hola hermosa"
Hermosa, pronunciado de una manera rara, pero única. Y un beso, seguido de un abrazo fuerte en el que su perfume de quedaba impregnado en la ropa. Hubo un tiempo en el que también me levantaba por los aires, cuando mi tamaño era mucho más pequeño en comparación al de ahora.
Su risa, sus gestos. Su amor por el mate. Como se colaba en las rondas solo por recibir uno. Su simpleza, su predisposición para ayudarte a pintar una pieza o colocar el piso del baño aunque fueran las tres de mañana.
Los veranos en la costa, los paseos en camioneta. Las cabalgatas a caballo y las noches de cuatriciclo. Los chistes que le hacía a Jane, y con los que todos reíamos.
La confianza ciega que me tenía, y por la que accedía a prestarle la camioneta a Joaco solo si yo iba con él. Porque sabía que no iba a dejarlo hacer nada estúpido, porque sabía que iba a estar con él, y lo iba a defender a capa y espada. Porque somos primos, pero casi hermanos.
Mi tío. Mi padrino.
El de mirada transparente.
El que me decía Jaque. Casi que el único, salvo por sus hijos, que tienen su misma costumbre llamarme así.
El que me decía que no lo abrace porque estaba sucio.
Al que yo abrazaba igual sin importar.
Gracias al que tengo fotos hermosas, de hermosos momentos. El que se encargaba de capturar momentos.
Con él que soñé la noche que todo pasó. El que en un sueño me guiñó el ojo una vez más, y sonrió, diciéndome sin hablar que estaba bien, que no sufriera, que todo lo que estaba pasando, estaba bien.
El que me miraba con amor. Con mucho amor. Con amor puro.
Decir que no lo voy a extrañar es mentira.
Decir que no lo extraño con cada centímetro de mi cuerpo, es mentira. Que no lo quiero abrazar, que no lo quiero escuchar, que no me hubiera encantado que conozca a mis hijos.
Que mis hijos lo hubieran conocido a él.
Pero a pesar de todo lo que a mi me gustaría, de todo lo que yo quiero egoístamente, él se tomó el tiempo de hacerme saber que está bien, tranquilo, en paz.
¿Y quien soy yo para decir que esto es injusto, si él está bien?
Me quedo con tu sonrisa, con tu guiñada de ojo. Con tu perfume, tu voz, el sonido de tu risa. Los mil
"Jaque" y
"hermosa" que siempre me dijiste, y sobre todo con tus abrazos.
Fuiste único, y estoy muy agradecida del tiempo que compartimos, de lo mucho que compartimos. San Clemente y el mate, para siempre van a llevar tu nombre al lado.
Te amé, te amo y te voy a amar siempre.
Quizá esta vida se termine dando cuenta que es ella solo un momento de esta historia, porque mi amor no tiene tiempo ni fronteras, porque este amor va más allá de mi existencia.
((Ya nos vamos a volver
a encontrar))