domingo, 30 de abril de 2017

 Porque no dudo de que lo nuestro tiene magia. 
 Un dia perfecto. 
 No sabes qué fue un dia perfecto hasta que terminó y te quedaste con el querer que fuera eterno. 
 Como la vida. 
 La vida que tan rápido cambia. Y que ayer parecía tan complicada y lejana. 
 Y que hoy es tan cercana. Todo eso que deseabas hace tanto hoy es tan cercano. 
 Qué locura, ni en mis mejores sueños, todo era tan perfecto como ahora. 
  Justo ahora.

jueves, 27 de abril de 2017

Por lo que fue, por lo que pudo ser · por lo que HaY . POR LO QUE PUEDE FALTAR - pOr Lo QuE vEnGa + yporesteinstante: levanta el vaso y a brindar por el aguante.

lunes, 17 de abril de 2017

ay amor

  Estoy teniendo unas ganas (tan grandes como mi amor por él) de escribir lo que siento cada vez que lo veo sonreír.
  Hoy había tenido un día malo, choto, de esos que se van al tacho. Arrancó mi ciclo lectivo, cursé hasta las 14, no pude dormir siesta porque tenía que ir al médico y, lo que logró colmar todo, cuando le dije que lo extrañaba y quería verlo, resultó que nuestros horarios no coincidían.
  Mal día. Mal humor. Cara de orto.
  Me estaba por sentar en la mesa del comedor de mi casa a leer esos apuntes de historia que estoy esquivando hace tanto, cuando me llega un mensaje. El mensaje que arregló el mal humor de todo un día. Ja, que cursi. 
  Estaba viniendo para casa.
  Me abrazó fuerte cuando cruzó la puerta. Y cuando estuvimos adentro. Y cada cinco minutos después de eso. Él también había tenido un mal día. No sé porqué, pero se le notaba. Ambos, caiduchos, medio rotos, y de mal humor, nos abrazamos una y otra vez. Pusimos música, me hice un té y me tiré en la cama a tomarlo mientras él dibujaba. El té se me enfrió entre las manos porque me colgué mirandolo dibujar. Me colgué en como sonreía, y me dí cuenta. En ese mísero instante, todo había pasado a ser un mal día, a ser un perfecto día.. Verlo sonreír podía arreglar un mal día. Verlo (aunque tuviera cara de culo) arreglaba un mal día. Pero, si a demás de estar ahí al lado mío, sonreía, todo era mejor. Y ni te cuento si la causante de la sonrisa soy yo. Ja! otra vez la cursileriada.
  Verlo sonreír es magia, lo juro que nunca ví nada igual. Y provoca tanto en mí que es difícil de describir. Pero resulta que es ideal: un lunes de abril, frío, con lluvia, sin siesta y con mal humor, se convierte en magia en un instante con una sonrisa. Con su sonrisa.


miércoles, 5 de abril de 2017

Yo intentando que mire a la cámara.
Él... mirándome a mí. Así como hace siempre.
Creo que todos merecen al menos una vez en la vida ser mirados como Pablo me mira a mí.
Todos merecen sentir eso que siento yo cuando lo hace.
Sentir que alguien te cuida.
Te elige.
Sentir que para alguien sos el mundo.
Jajaja, y saben que es lo más loco?
Yo no lo estoy mirando a él, pero resulta que todo eso que escribí antes, puedo reconocerlo en su mirada solo porque es lo que siento cada vez que lo veo.

💘

domingo, 2 de abril de 2017

Nuevos ángulos

  Puede que el dolor nunca me abandone.
  Puede que siga llorando todas las noches por mucho más tiempo del que me gustaría.
  Puede que todo permanezca igual de mal por años.
  Pero ayer, todo fue tan diferente que no puedo evitar querer escribir sobre ello con todas mis fuerzas. Poner el palabras los sentimiento tan complejos que tengo adentro. Tan contradictorios, tan intensos.
  Estoy triste, desde hace mucho, y la verdad es que me di cuenta que por más momentos felices existan en mi vida, eso sigue firme ahí, siempre diciendo que se va a quedar por mucho tiempo más. Aunque no me gusta la idea de acostumbrarme a vivir para siempre con un sentimiento tan feo, ya no lucho con la idea de que es real. Que realmente está ahí. Porque negarlo, no lo hace desaparecer, sino que lo vuelve cada vez más profundo, y solo dándole bola y aceptándolo puedo hacerlo más llevadero.
  Ayer.
  Ayer Pablo cumplió 22.
  Ayer su casa se llenó de amigos, familia, y buena energía. Se llenó de alegría, de festejo, de ganas de ser felices. Todos.
  Y a mi se me ocurrió pensar que tal vez la causa de toda mi tristeza es que me aferro a aquello que la provoca.
  Pablo, el anterior a que todo pasara, ya es historia. No existe, no está y puede que nunca vuelva. Porque aún si el día de mañana vuelve a recuperar todo eso que perdió, no va a ser el mismo nunca más. Porque nunca vuelve quien se fue, aunque vuelva. ¿Y sabes qué? Ayer, viendo a este nuevo Pablo, tan feliz, tan único, tan lleno de vida, me replanteé si no soy yo la que le está pifiando.
 
  Y si, creo que la que patinó fui yo.
  Entendí que tengo que vivir mi perdida lo mejor que pueda. Llorar a él que se fue, vaciarme de toda la mierda, las expectativas, la ansiedad, el enojo contra el mundo y renacer.
  Renacer mejor. Dándome cuenta que quizá eso que yo quería compartir con él, nunca llegue. Que tenga que seguir mi vida sin saber lo que hubiera sido tener un novio como él. Tal vez nunca lleguemos a ser lo que tanto quiero... pero qué con eso? Tendré que llorarlo hasta aceptarlo. Hasta que acepte de una vez por todas que es algo que no puedo cambiar ni controlar. Que es algo que escapa a mis manos, algo contra lo que no puedo luchar. Porque eso significa aferrarme a algo que ya no existe. Porque eso significa dármela en la pera cada vez que caigo en la cuenta que ese Pablo que tanto extraño, nunca va a volver.
  Pero a pesar de eso (y esta es la parte linda), nada me impide disfrutar de la felicidad en la cara de este nuevo Pablo que crece día a día un poco más. Y acompañarlo. Ser eso, compañeros, compinches, codo a codo. Y seguir con mi vida, aunque eso signifique olvidarme del viejo Pablo y de las ganas que tengo de que esté conmigo. Soltando lo que tanto dolor me causa, y viviendo libre de deseos, libre de expectativas, libre de todo. Solo sintiendo el hoy.