domingo, 18 de septiembre de 2016

Para siempre. 

 
  Que idiota, no? Estamos sujetos al cambio, a dejar de ser y evolucionar hacia lo nuevo contantemente. Hoy (como si todos los que existen) es un domingo reflexivo. Que idiota es aferrarse a las cosas, a las personas, a las situaciones. Que necio es rogar que todo se quede justo como esta ahora, que nada se mueva.
 Hace un tiempo yo hubiera deseado que todo fuera igual por toda la eternidad solo porque creía que eso era la estabilidad: la rutina de hacer cada dia lo mismo (y poder sentirme bien con eso). Me costó algunos golpes y caídas, pero entendí que nunca voy a poder sentirme cómoda en un mundo que permanece siempre al mismo ritmo. La verdad es que (mal que me pese) adoro cambiar. Renovarme. Respirar un aire puro y nuevo cada tanto. Y justo hoy en mi mañana de domingo reflexivo, si miro para atrás no tengo idea de como pude ser como era, como pude desear que todo eso que me rodeaba hace unos años fuera para siempre.
  No existe el para siempre. Gracias al cielo no existe. Porque, que sería de la vida si todo permaneciera igual? Seríamos presos. Presos de nuestros demonios y torturas.
  Aunque a veces duela, cambiar sana. Porque no hay mejor cosa que poder pararte de la vereda de enfrente y darte cuenta que eso que creías ideal, no lo es. Tener el poder de dejar atrás, de soltar, de elegir por tu bienestar. Eso es cambiar: evolucionar.
  Hoy si miro para atrás ni siquiera reconozco a la chica que era. Y me alegra que así sea. Me gusta haber cambiado porque me hizo entender que no importa que tanto me gusta como es el mundo hoy, no es para siempre, ni lo bueno ni lo malo. Me ayudo a disfrutar más de lo bueno porque en algun momento se termina y preocuparme menos por lo malo, porque al fin y al cabo también tendrá su fín.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario