A Draco, como me gusta decirle, lo conocí en momento demasiado difícil de mi vida. Todo era bastante un bardo y en algún momento también llegué a pensar que sumarlo a él a mi quilombo general iba a hacer que todo fuera peor. Mucha gente me dijo cosas como "primero deberías acomodar tu vida, para no lastimarlo", y tenían razón, y yo misma creía lo mismo pero sin hacerme caso. Hoy viendo para atrás recuerdo que una sola persona me dijo "hacé lo que tengas ganas, si él te sigue no tenés que estar pensando en que lo vas a lastimar, porque es su decisión" y aunque suene egoísta fue acertado. Puse los papeles sobre la mesa, y dejé que él eligiera si quería compartir mi camino o irse para otro lado.
Cada vez que veo a quien me dió ese consejo lo abrazo tan fuerte como puedo por dos razones: primero porque se convirtió en mi amigo y lo quiero muchísimo, y segundo porque gracias a lo que él me dijo hoy tengo al lado al mejor compañero que pudiera existir. Draco tuvo su oportunidad de elegir si quería seguirme y yo tuve la oportunidad de sentir que sumarlo no iba a empeorar las cosas, sino todo lo contrario. Hoy pienso en que hubiera pasado si me dejaba llevar por el quilombo y me alejaba y casi me dan ganas de llorar porque un poco logré salir de todo ese dolor gracias a que él estuvo ahí para mí siempre.
Hoy juntos somos más de lo que yo nunca pude pedirle a la vida. Es mi gran compañero, compinche y sostén. Es con quien me quiero acostar a dormir, pero sobre todo lo que más me gusta ver al despertarme y creo que ahí radica todo. Poder acostarme tranquila sabiendo que cuando me despierte él sigue estando ahí para mí como siempre, que no estoy sola y que gracias a que lo tengo conmigo siento que puedo con todo. Porque sí, tal vez el estar mejor que aquella época sea mi mérito, pero la verdad es que solo me sentí con la capacidad para superarlo todo porque lo tenia al lado recordandome que yo era fuerte y que podía. Draco no resuelve las cosas por mí, pero sí se encarga de recordarme todos los días lo maravillosa que soy y lo increíblemente independiente y fuerte que puedo ser. Y capaz exagera, pero a mí me hace bien que lo diga. Porque quizá no soy como la imagen que él ve de mi, pero es justamente todo eso que él ve lo que pretendo ser día a día. Como la utopía que me mueve a ser mejor. Ser mejor persona para él, porque se lo merece. Y porque lo amo demasiado, y creo que el amor solo logra eso en las personas, que sean mejores en todo. Porque lo que se hace con amor siempre sale mejor.
No sé bien quien maneja esto de las vidas, los amores y las victorias, pero realmente para mí es un regalo caído del cielo que me haya tocado un compañero como el que tengo.
Dejarlo entrar nunca fue el problema, más bien fue lo que me llevó a la solución.
lunes, 30 de septiembre de 2019
martes, 17 de septiembre de 2019
miércoles, 11 de septiembre de 2019
Permanezco dormida.
A veces sueño lindo, a veces tengo pesadillas, pero mis ojos de igual manera en ambos momentos están cerrados.
Me dolería abrirlos.
Quizá por la luz es demasiado fuerte, y me daña.
Quizá porque temo quedar ciega.
A veces sueño lindo y a veces tengo pesadillas.
Me culpo a mi misma por tenerlas, ¿como puede mi cabeza crear semejantes espectáculos?
Es mi culpa.
Quizá si no fuera tan cautelosa y desconfiada, tal vez si dejara de pensar tanto en lo malo los sueños lindo estarían conmigo para siempre.
Si, es mi culpa.
Pero entre más lo creo, y más sueños lindos se aproximan, más miedo siento.
Y termina convirtiéndose en una realidad la idea de que los sueños lindos pueden ser también el espejo de una pesadilla.
Abrir los ojos me duele, y empiezo a pensar que tenerlos abiertos se asemeja a una cicatriz que duele y pica cuando está sanando.
Me duele abrirlos pero más me duele permanecer dormida y quieta sin ver más allá de mis párpados.
No quiero estar dormida entre algodones nunca más.
Quiero que la luz me invada y arriesgarme a quedar ciega.
Porque tal vez estando ciega sea capaz de ver más que estando dormida.
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