lunes, 26 de marzo de 2018

 Como la torta que en apariencia parece deliciosa, pero en realidad contiene sal en vez de azúcar. Como el día soleado de Invierno que te invita a salir, hasta que caes en la cuenta de que hace demasiado frío. Como el agua caliente cuando tenés demasiada sed. Como la comida que odias cuando tenés muchísima hambre. Así se siente mi vida. Como algo perfecto de lo que no soy capaz de disfrutar.
  Siempre me costó relajarme y ser feliz, pero justo ahora me parece demasiado. La mayoría de los momentos agradables que vivo desencadenan sin remedio en un llanto desgarrador que no puedo explicarme ni a mi misma. ¿Tristeza? No estoy segura.
  No sé que es lo que me pasa adentro, y eso me angustia todavía más. No sé que hacer para sentirme mejor. No es tristeza absoluta, ni tampoco felicidad plena. No es ni una cosa ni la otra. Mi vida es una mezcla extraña de momentos felices que no me permito disfrutar completamente. Como si fuera el castigo, la cuota que tengo que pagar: después de un instante feliz, al menos 10 minutos de llanto. 
  Ni siquiera lo puedo controlar, y creo que se trata de que ser feliz me da muchísima culpa. Ponerme primero me hace sentir como la persona más cruel del universo. Ponerme primero en mi cabeza equivale a destruir a ese otro que me necesita.
  Me gustaría poder cortar de raíz este sentimiento. Me gustaría poder arrancarme lo que siento cada vez que pienso que puede que me necesite y no estoy ahí para él. Me gustaría no sentirme tan responsable por su dolor, pero dediqué dos años de mi vida a intentar ahorrárselo y ahora no estoy ahí para seguir haciéndolo. Me alejé para empezar a ahorrarme dolor a mi misma, y la culpa solo está logrando que ese dolor sea todavía peor.
  ¿Cuando se va a terminar esta pesadilla? Me quiero despertar.
  O perder la memoria. Olvidarme hasta de quien soy. Olvidar el dolor. Olvidar todo.
  Olvidarlo. Dejar de sentirme responsable. Dejar de castigarme por ser feliz.


viernes, 16 de marzo de 2018

Magia

  Te vas a romper en mil pedazos y vas a rogar a quien sea que maneja los sentimientos, que por favor apague los tuyos porque ya no vas a poder soportarlos.
  El dolor es silencioso, y a veces el silencio se vuelve insoportable. Vas a llorar hasta desgarrarte. Vas a enojarte con todo el mundo por estupideces porque en realidad estas enojado con el mundo, con la vida, con las circunstancias, con el dolor. Vas a querer salir todos los dias o vas a querer quedarte en casa solo y aislado. Vas a desear nunca haberte enamorado. Vas a desear perder la memoria. Vas a enloquecer y quemar todos los recuerdos. Y vas a llorar cuando te des cuenta que destruiste lo último que te quedaba de ese amor. Vas a odiar. A esa persona, a sus amigos, a su gusto musical, su equipo de fútbol y a todas esas cosas que te hagan acordar el dolor que llevas clavado en el pecho.
  Pero un buen día también te vas a levantar y vas a sentir una clase de alivio extraño, que aparece cuando el cielo aclara. La tormenta ya pasó, y sobreviviste. Todo parece en orden otra vez. Ya no lloras, ni te enojas por cualquier cosa. Ya no sentis el remolino de sentimientos. Ya no sufris, ni odias. Todo permanece en calma, pero quiero contarte que por más de que ya no duela, esta es la peor parte.
  Sanaste. Te sentís como nuevo otra vez, y eso se convierte en la peor parte porque no querés que nadie lo arruine. No querés arruinarlo. Te costó tanto. Tanto esfuerzo, tanto dolor, tantas noches y tantos dias.
  Llegó la peor parte porque volver a confiar se hace una tarea casi imposible. Porque volver a dejar entrar a alguien significa dar pase libre a que destruyan otra vez todo eso que tanto te costó volver a construir.
  Resulta que ahora no solo cargas con las heridas, sino también con los miedos que estas dejaron. Y te sentís atacado cada vez que alguien pretende acercarse demasiado. Ves fantasmas donde no los hay. Espejismos pasados que vuelven, que te recuerdan lo que puede pasar si te volvés a entregar. Pero dejame contarte un secreto, sólo una cosa puede pasar si volvés a confiar: magia.
  La magia de amar a pesar de que pueda fallar. La locura de sentir que es para siempre aunque pueda terminar. La hermosura de enamorarse y amar aunque pueda doler. Porque estoy segura que duele más quedarse quieto sin sentir por miedo.
  Porque el amor nunca trae algo bueno. El amor siempre trae algo mejor.

sábado, 10 de marzo de 2018

creo estar segura

  Hoy (como todos los días) volvía a mi casa en micro totalmente distraída escuchando música desde Spotify. Es una app bastante buena, pero la tengo en su versión pobre por lo que solo puedo apretar la opción "aleatoria" y esperar una canción que más o menos me guste aparezca. El hecho de no poder elegir es lo que la vuelve mágica a veces.
   Hoy volví en el micro escuchando una canción que resumía bastante bien lo que había sentido todo el día. Por primera vez en mi vida tengo un amor puro y desinteresado por alguien. Un amor totalmente real, común y corriente que me llena el alma como ninguno antes. Un amor que puedo jurar (aunque sea mentira) que será para siempre. Y es que el mundo vive en completo cambio, y no puedo asegurar que esto vaya a durar tanto tiempo, pero así lo siento. No puedo dejar de sentirlo.
  Y eso es lo lindo de el amor, ¿no? Sentir que es para siempre aunque pueda fallar.
   Hoy entendí lo que hace meses quiero expresar en palabras sin llegar a lograrlo. Hoy entendí que es esto que siento que nunca antes sentí. Hoy entendí que por primera vez en mi vida tengo un amor que construí. Y no hay nada más sano, puro y lindo que eso. Porque amé antes de él, pero nunca como a él. Es increíble como todos los demás amores se vuelven tóxicos en cuanto pienso en el día de hoy.
  Entendí que el amor, pero sobre todo las relaciones, se construyen día a día y con esfuerzo. Que estar enamorado no alcanza, que el amor es también un montón de otras cosas hermosas que no tienen que ver con lo que sale en las películas.
  El amor es también todo eso cotidiano que nadie te enseña, que aprendés a los tropiezos, pero que te deja marca para siempre.
  Estuve toda mi vida deseando un compañero. Era lo que respondía cada vez que alguien me preguntaba que esperaba de una relación. Toda mi vida también me sentí muy sola aunque estuviera rodeada de muchisima gente. Y hoy, por primera vez sé que no lo estoy. Ya no me siento sola, y es el mejor regalo que alguien puede darme.
  Tengo una relación llena de amor, respeto, apoyo y compañerismo. Compartimos, disfrutamos, nos bancamos en malas y buenas. Sé que puedo con todo si lo tengo al lado. Ni por delante, ni por detrás. Uno por uno, hombro con hombro, quiero caminar toda la vida con él a mi costado.



(Jump then fall traducida)